(¡OH! Los Tiempos) «Carlos Hugo Molina es uno de los abogados e investigadores cruceños más reconocidos y fue parte fundamental de la implementación de la Participación Popular. También ha sido prefecto de Santa Cruz en 2003 y ahora es presidente del Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD-Bolivia).
Pero además tiene otro rasgo, quizá menos explorado y que lo aleja de lo formal. Es un novelista dedicado. Aunque no es su primera novela, es quizá la que más trabajo le ha dado y en la que se ha involucrado directamente con la historia del país y con sus protagonistas, en este caso Manuela Sáenz, la mujer en la vida del libertador Simón Bolívar.
En esta entrevista hablamos de este nuevo libro y de sus sombras y claros, pero siendo imposible dejar de lado la coyuntura política, tocamos los temas candentes en este momento: las políticas de gobernabilidad, el narcotráfico, la corrupción, y por supuesto, el estado actual de la “cruceñidad” y de sus actores.
¡OH!: ¿Por qué esa fascinación con Manuela Sáenz?
Por el conocimiento de la persona y la dimensión de su personalidad. Es posible que su figura crezca por el paso del tiempo y algunos matices adquieran la calidad de mito. Sin embargo, lo que existe en torno al personaje histórico da el sustento para generar simpatías.
Cuando ingresé al mundo de Manuela Sáenz, constaté la ignorancia que existe de su paso por Bolivia, y la ausencia de información sobre lo que ella hizo en y por la República de Bolívar. Algunos mensajes ocultos en medio de las palabras me permitieron armar una versión verosímil y consistente en situaciones y acciones. La trama histórica real, y el estilo epistolar se complementan con la ensoñación que despierta una mujer extraordinaria. La palabra no sería “fascinación”, es más bien de admiración consciente que ha producido lo que podría llamarse el “Diario de la República de Bolívar”.
Y compruebo la eficacia de la propuesta cuando el interés por el libro está haciendo que se agote la 3ra edición, y haya llegado hasta el Ecuador. El sábado 26 de marzo lo he presentado en el Museo Manuela Sáenz de Quito.
¡OH!: Dentro de ello, ¿cómo ha aportado la mujer a la historia de Bolivia? Además de Manuela, ¿a cuál otra destacaría?
Nuestra historia ha sido escrita con el estilo y los valores de su momento y de sus cultores; por eso quizá las mujeres que han sobresalido han debido ser tan extraordinarias que ignorarlas habría sido un acto de estupidez. En el siglo XIX, nombres como Juana Azurduy, Vicenta Juaristi Eguino, Juana Manuela Gorriti, Ignacia Zeballos, Adela Zamudio lograron ser visibilizadas, y no hacen sino recordarnos que como ellas, deben existir muchísimas otras heroínas silenciosas esperando ser revalorizadas para comprender la vida de manera integral. Es muy aburrida la historia con puro hombres.
¡OH!: ¿Escribir ficción es más fácil para Ud. que escribir acerca de la realidad?
La realidad siempre es más rica que la ficción. A veces nos parece lo contrario porque no hacemos ejercicio de nuestro derecho al asombro. Basta con abrir conscientemente la vista, el oído y el corazón para descubrir la fuerza de lo cotidiano. A veces, también dejamos que sean otros quienes digan por nosotros, lo que sentimos. Pasa cuando estamos frente a un poema que dice lo que uno siente o que habríamos querido escribirlo nosotros. Una relación enriquecedora entre la ficción y la realidad, nos devuelve la calidad de humanos imperfectos. Y de sonreír frente a nuestras imperfecciones. No olvido que somos una unidad, y resulta útil decir las cosas a través del mejor instrumento. En esa mezcla de investigador y de cronista, ambas se enriquecen.
¡OH!: ¿Qué es lo más duro de la realidad boliviana hoy?
No hay una realidad, hay muchas, y cada uno de los actores y actrices asume la suya. Es importante hacer un alto, un ratito para ver si estamos, todos, viendo la misma película. Y hacer un esfuerzo para compartir espacios comunes y construir una visión de futuro.
Un gran amigo de Bolivia, Joan Prats, repetía que “es más fácil salir del error que de la confusión”. Esa frase tiene un valor extraordinario para aceptarnos, comprendernos, respetarnos y seguir adelante. El precio de los pasajes, un tema tan pedestre, demuestra el valor de la realidad; el tema es el mismo, pero no puede ser resuelto de la misma manera en Potosí que en Cochabamba. ¿Lo estamos aceptando…? La respuesta es No. De ahí el valor de aceptar las realidades y trabajar sobre ellas.
¡OH!: Volviendo a sus orígenes como investigador, ¿cuál es su lectura acerca de los recientes hechos como el gasolinazo, por ejemplo?
La visión del centro (el Palacio de Gobierno y el Parlamento) no es la misma de los que viven a dos cuadras de distancia.
Quienes nos formamos en la descentralización, en la participación popular y en la autonomía de las personas y las colectividades sabemos el valor que tiene el saber escuchar de verdad. Los gobernantes, entusiasmados con el 64% del voto, se han olvidado que no pueden imponer su realidad… así de simple.
¡OH!: ¿Y en cuanto al aumento del narcotráfico y la corrupción en la Policía?
La misma pregunta formulada a la gente en la calle y al Gobierno tiene dos respuestas totalmente distintas. ¿Quién tiene la razón cuando uno la reconoce y el otro la ignora? Los dos, sólo que las consecuencias de la verdad de uno de ellos no es la misma a la del otro. Ya se encontrará el Gobierno con la verdad de la gente; ojalá sea antes del descontrol al estilo colombiano o mexicano.
¡OH!: ¿Está el Gobierno actuando de manera acertada en sus estrategias de lucha contra el contrabando y el narcotráfico?
No, por razones muy simples. En el caso del contrabando, Bolivia tiene 6.700 kilómetros de fronteras, sistemas de control endebles, institucionalidad vulnerable y sectores informales beneficiarios. ¿Cómo piensa controlarlo cuando uno de sus aliados estratégicos es parte del sector que lo alienta? Y sobre el narcotráfico, ¿escuchará lo que se dice sobre la coca del Chapare? No es posible olvidar que el presidente es el ejecutivo de las federaciones de cocaleros, el sector que lo sostiene. Complicado, ¿no?
¡OH!: ¿Cuál considera que es el estado de las relaciones entre el Gobierno y los gobernadores? ¿Cómo podrían mejorarse si es el caso?
Una buena relación entre gobernantes y gobernados es un objetivo no sólo deseable, sino además necesario. El volumen del cambio que se está produciendo en Bolivia demanda el reconocimiento de la diversidad no sólo geográfica, social y cultural, sino también de enfoque. ¿Todos tenemos que estar de acuerdo con todo lo que propone el Gobierno? La respuesta es no, porque en materia humana, política y social no existe la unanimidad y ahí empieza el problema. El Gobierno considera que no hay espacio a la diferencia, y en su estrategia, la desaparición del adversario ha sido su mejor opción. Otra vez, la realidad distinta de la que el Gobierno ve lo obligará a aceptar, más adelante, la necesidad del diálogo. La aplicación de las reformas ya no depende del Órgano Ejecutivo ni del Parlamento, y a la gente no se nos puede obligar a actuar con artículos de leyes y decretos, necesitamos razones y consensos.
¡OH!: ¿Qué pasa con la cruceñidad?
La primera precisión es que no existe “una” cruceñidad. Ahora, un tipo de cruceñidad, la que tuvo la voz y la representación tradicional, está en una crisis profunda, por los cambios que no dimensionó correctamente y por una serie de apuestas que realizó, que no tuvieron resultados satisfactorios. La confrontación total, la sobrevaloración de sus fuerzas y la capacidad política del Gobierno para triturar al adversario dejaron el resultado que hoy existe. Pero es sobre “un” tipo de cruceñidad. Yo soy cruceño y no me siento vencido.
¡OH!: ¿Por qué los cruceños que fueron protagonistas del proceso 93-97 (como lo ha sido Ud., por ejemplo) no han podido evitar que los desplacen los logieros?
Los cruceños a los que alude la pregunta nos jugamos en el plano de la confrontación democrática y militamos siempre contra los códigos que impusieron esos grupos. Por eso no ocupamos espacios institucionales controlados por las logias, y sin embargo, hemos mantenido antes, durante y ahora, nuestra voz, nuestra opinión y nuestra creatividad. La generalización me permitiría preguntar, por ejemplo, por qué los sectores cochabambinos mayoritarios no cocaleros han sido desplazados por las minorías cocaleras.
En la simplificación de los procesos se corre el riesgo de anular los matices. La Santa Cruz democrática sigue tan fuerte como siempre, ahora, sin un tipo de dirigencia que se agotó en su proyecto, y con la emergencia de otros liderazgos que están ocupando progresivamente el escenario. Realizados los ajustes que se están realizando, la Santa Cruz del Cabildo del Millón, de la capacidad productiva, de la integración seguirá adelante. Y si el Gobierno la sigue enfrentando de la manera tan torpe como lo hace, le estará privando a Bolivia de la válvula de escape a la crisis alimentaria y de producción que en este momento no sabe cómo resolver.»