En Bolivia, la violencia es un dato de la realidad. Somos una sociedad violenta, y como no lo asumimos, sólo nos queda enfrentar sus consecuencias. Tenemos la lista más grande de actos de violencia creativos del mundo. Cocimiento de labios, escribir con sangre las protestas, flagelar, crucificarse, enterrarse, tapiarse, huelgas de hambre masivas, bloqueos, caminatas interminables, agresiones físicas, feminicidios… Esto no se resuelve aprobando leyes que no se cumplen. Es cambiando de actitud y asumiéndolo. Somos el único país en el que se reivindica el portar y detonar dinamita en las movilizaciones, como un instrumento de identidad y capacidad de reacción y movilización social.
¿Somos conscientes de esa situación?