Hace unos días realicé una provocación utilizando el aroma del café. Como sos actor/degustador en este tema, sigo con él aplicando ahora, análisis filosófico.
Gracias por compartir esta realidad. Varias lecciones han sido verificadas con ese post. Si estás de acuerdo, hacelas tuyas y que corran en tus espacios:
1. A pesar de las dificultades en las que estamos viviendo, no perdemos el valor de lo cotidiano. Se trata de algo más que una taza de café, que importante!
2. Todos estamos dispuestos a compartir momentos y experiencias buenas. En las más de 50.000 interacciones que ha generado hasta ahora el diálogo, no ha existido UN SOLO comentario negativo… admirable!
3. Encontramos la existencia de esfuerzos humanos que producen, se superan y lo comparten. En calidad, tenemos un café (en sus diferentes versiones y origen) que COMPITE, primero con nuestro propio necesidad de buen sabor, y segundo con el que nos llega de fuera. Aquí no hay chovinismo, es la verdad contundente. Quien quiera tener una opción de calidad, sabor y precio, la tiene al alcance de la mano!
4. El volver los ojos a nuestras capacidades, estamos confiando en nuestras propias fuerzas. Un gracias grande a quienes están apostando a una forma de vida y relacionamiento entre nosotros y con el mundo; se acerca más a nuestro ideal de convivencia humana.
5. Recuperamos el valor de lo productivo local, rural, provinciano, campesino, en su relación con la ciudad. Se produce para consumidores que están principalmente en las ciudades. Nos necesitamos todos.
6. Gracias a quienes nos han ayudado, vos entre ellos, a alegrarnos un ratito el día, la vida y el sabor! A quienes apuestan por el futuro. Sus nombres, algunos, están aquí. Y otros, sonríen desde el cafetal!