La noticia, repetida en todos los tonos, marca una inflexión en la vida de los Estados del Sistema Interamericano. En Honduras se juega mucho más que la restitución de un presidente depuesto por fuerzas militares, hecho sobre lo que no existió dudas a la hora del repudio.
La medida, con Cuba como único antecedente, y que ha dejado en un segundo lugar las razones internas que generaron la acción política y militar contra el Presidente Zelaya, abre la posibilidad de medidas de fuerza sobre territorio hondureño, además de las sanciones que ya se han conocido.
Los más entusiastas, hablan de acciones inimaginables hace 10 días atrás. ¿Funcionamiento del TIAR? ¿Traslado de militares en fuerzas de operación conjunta? ¿Solidaridad social de movimientos que refuercen los sectores contrarios al golpe? Una cosa pareciera aclararse: los hondureños, los unos y los otros y hasta las elecciones del mes de noviembre, han perdido el control de su territorio.