(Ventana Ciudadana) La orientación que ha seguido el debate y la práctica descentralizadora y autonomista es de un sacrificio deplorable. No se lo merecía. El Gobierno, en un cálculo contrario al interés común, definió que los avances del municipalismo boliviano y el proceso de Participación Popular, eran políticas neoliberales.
El supuesto agotamiento del proceso, demostró su fortaleza con el programa Evo Cumple, como única posibilidad de lograr oportunidad y eficacia.
La confrontación con las Prefecturas que no eran masistas generó otra distorsión; el instrumento de las Autonomías Departamentales, que se había clarificado gracias al ejercicio Municipalista, mereció una consigna absurda.
El gobierno impuso el voto NO en el Referéndum por las Autonomía, haciendo que cinco departamentos voten en contra de sí mismos.
Esta situación será corregida con el Referéndum de diciembre, con un voto que sin lugar a dudas, será afirmativo; pero en la confrontación y como una forma de disminuir poder territorial a municipios y departamentos autónomos, en la NCPE proliferan nuevas Entidades Territoriales; el cumplimiento de políticas públicas podrá tener en las autonomías indígenas, regionales, provinciales, municipios indígenas y municipios campesinos, una multiplicación de burocracias en el mismo espacio, con la misma población y sin que varíen los recursos existentes.
El gran logro del Estado boliviano de integrar coherentemente la Planificación, Inversión Pública, Programación de Operaciones y Presupuesto, se verá en entredicho total con Entidades Territoriales Autónomas, de igual jerarquía constitucional y sin relación de dependencia entre sí.
La disminución y condicionamiento de recursos, la imposición de procedimientos dudosos y conflictivos, será la constante previsible. La prueba, ya ha empezado.
Carlos Hugo Molina, ciudadano en ejercicio.
1 comentario
El modo de Estado compuesto para la realidad boliviana no creo se condiga, o si lo hace no a la medida del desafío territorio-espacial, con un tipo de Estado presidencialista. Tal vez se desarrolle mejor ó por lo menos se empiece a hacerlo, con el tipo parlamentarista.
Ya que al monarca de turno ni a su séquito ejecutivo nunca les va a gustar que se los des apodere; bien sabiendo que la desconcentración de poder -en sus variantes-, implicarían quitarles privilegios muy bien arraigados no solo por y en el modo de Estado “unitario”, si no en mayor incidencia y propiedad en y por el tipo presidencialista y la fuerte figura del presidente.
Si bien la desconcentración del poder en el laboratorio mundial sucedió, sucede y al parecer sucederá en casos, bajo el tipo presidencialista, no siempre tiene que ocurrir para todos y sus particularidades.