La Revista Cosas en su edición del mes de noviembre, me regaló esta entrevista. La comparto in-extensa.
«Intelectual, académico, escritor y poeta, Carlos Hugo Molina, ideólogo y ejecutor de la Descentralización y la Participación Popular, se define a sí mismo como “un ciudadano en ejercicio”, un “boliviano sin complejos”. En una extensa y franca conversación, compartió con “Cosas” su visión de país, realizando un certero análisis acerca del protagonismo cruceño en el escenario político y económico, sin dejar de lado una fuerte crítica al accionar del Gobierno en los últimos conflictos sociales.
Carlos Hugo Molina nos recibe en la sala de reuniones del Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD), entidad de la cual es presidente. Amable, con firmeza en la mirada y una sonrisa que casi nunca lo abandona, muestra en sus actitudes la templanza de una persona que ha rescatado mucho de la vida y, como él mismo comenta, ha recorrido bastante camino. Sólo para poner una cifra, se precia de haber visitado 250 municipios y conocido cientos de realidades y personas, a quienes guarda en la memoria como al más preciado tesoro.
“La visión que tengo me permite hablar desde Santa Cruz para Bolivia. Me he asumido como un ciudadano que lleva adelante las cosas que tiene más cerca. Esta es mi casa, esto es lo que conozco más”, dice este intelectual cruceño.
-Alguna vez usted comentó que no existe la cruceñidad ¿Aún mantiene esa afirmación?
-No hay una sola cruceñidad; hay muchas. Uno encuentra eso en la base misma de la ciudad. Se identifica a los cruceños del primer anillo, a los del segundo; es Santa Cruz la Villa 1ro de Mayo, es Santa Cruz Paurito, el Plan 3.000, Equipetrol, Las Palmas. Esta es una construcción abigarrada que se ha ido dando a partir de un crecimiento poblacional en el que todas las proyecciones han quedado siempre chicas. Y aquí hay otra dificultad: El concepto de cruceño hay que precisarlo para ver si nos estamos refiriendo a los de la ciudad o los del departamento.
-¿Y cuál es el hilo conductor de esas cruceñidades?
Primero, el territorio. La construcción histórica de Santa Cruz ha tenido “ideas fuerza” que motivaron a la población más allá de los momentos históricos, de los grupos sociales y de la política. En la década del 20, hubo la consigna “ferrocarril o muerte”, la cual mostraba las ansias de Santa Cruz de unirse a Bolivia. En la década del 60, fue el grito de “pavimento, luz y agua para las provincias”, y luego la descentralización y la autonomía. Para cada una de estas “ideas fuerza” la adhesión, más alla de las diferencias ideológicas, se la asumió como parte de una construcción, de un acuerdo colectivo.
-¿Cuál es la consigna de los cruceños hoy en día?
-Creo que estamos ante una separación de caminos. La última idea fuerza fue “autonomía”, que convocó a un millón de personas. Hoy estamos en la transición de entender que ciertas cosas se hicieron antes de una manera y que hoy estamos en un escenario que coloca a Santa Cruz en otra relación de equilibrio con lo nacional, bastante más madura de la que había a nivel de simple confrontación. Hubo una lectura equívoca de Santa Cruz con relación a lo nacional por un error epistemológico: Todo el proceso cívico tomó como consigna que lo cívico era bueno y lo político era malo, y eso llevó a un distanciamiento con los aparatos del poder político. Se asumía que allá en La Paz debían tomarse decisiones y que teniendo buenas relaciones era suficiente. La evidencia demostró, primero con la presidencia de Carlos Mesa y luego de manera rotunda con la de Evo Morales, que si se acaban los amigos, ¿cómo se puede lograr presencia política para defender los procesos productivos? En todo el espacio anterior los ministros de economía, de desarrollo agropecuario o los vice ministros eran personas conocidas, con las que el mecanismo del cabildeo se lo hacía de manera respetuosa y fraterna, pero efectiva. Cuando ya no se toma en cuenta a los sectores productivos cruceños para consultarles nombres de ternas o de personas para los cargos, cuando ya no hay el punto de contacto o relacionamiento, se comprueba el grado de debilidad política en el diseño institucional.
Más que consiga, yo preguntaría: ¿Cuál será el punto de cohesión social que permitirá seguir adelante? Y hay muchos. El tema productivo, el de la seguridad alimentaria, la presencia real y física de todo Bolivia en el departamento de Santa Cruz, y no es una metáfora: en Santa Cruz están las dos segundas ciudades aimara y quechua más importantes.
-Esas afirmaciones dan la impresión de que Santa Cruz sería quien propicie el equilibro nacional, sin embargo, existe la percepción de que el Oriente simplemente se preocupa por defender un escenario regional.
-Ese es un acto de torpeza y mezquindad. Quiero destacar que el concepto que permitió que el país exista es el departamental. A la Constituyente entraron nueve departamentos y salieron nueve departamentos; hubo un debate para crear por lo menos seis departamentos, pero el espíritu nacional es una suma de capacidades departamentales. Este es un país técnicamente federal desde el punto de vista político. En este momento tenemos en el país una tensión estatal que ha puesto a prueba todas las condiciones de vida en sociedad, nuestras relaciones territoriales, nuestras relaciones productivas, con el otro, y algo tendrá que salir de esto. Creo que la voluntad de seguir juntos se va a mantener y vamos a tener que sumar las capacidades de cada departamento para lograr esa construcción de país. He vivido por motivos de trabajo público muchos años en La Paz, conozco el país y puedo decir que no hay espacio para los que no se sientan bolivianos, sin desconocer que respondemos a realidades territoriales específicas.
-¿Qué sucede con Santa Cruz en el ámbito político? ¿Se quedaron simplemente con el rótulo del motor productivo de Bolivia? ¿Dónde se encuentran los líderes?
-Hay un concepto que no debemos perder de vista: el de la división social del trabajo; cada uno sabe hacer mejor algo. No ha sido la inclinación por la política uno de los elementos fundamentales de la vida en comunidad en Santa Cruz. Probablemente el peso deberíamos medirlo no en la demanda de que salga el siguiente presidente de Santa Cruz, sino en si es válida una propuesta de desarrollo, una propuesta de producción, de relacionamiento que pueda ser útil a todo el país. Yo lo matizaría desde ese punto de vista, porque ahí sí hay una respuesta: cualquiera que sea presidente y entienda que cada espacio territorial de país tiene un mandato natural que cumplir, y le da las fuerzas y capacidades para efectivizarlo, estaría logrando armar este rompecabezas de nuevo.
No creo que matemáticamente haya la necesidad de un político cruceño presidente de la República para cumplir las aspiraciones y necesidades de Santa Cruz. Cualquiera que tenga una visión universal, un espíritu de diálogo, una capacidad de trabajo, una apertura para hacer cambios y reconocer al otro, haría que la gente se sienta cómoda.
MONÓLOGO GUBERNAMENTAL
-Hablemos del conflicto por el Tipnis. ¿Considera que la decisión del Gobierno de declarar territorio intangible a este parque, con la presión de cientos de personas en la plaza Murillo y una ciudadanía que salió a las calles a acompañar a la marcha en señal no solo de solidaridad, sino de molestia, ha sumado o ha demostrado que el poder central va perdiendo gobernabilidad ante presiones sociales?
-El Gobierno padece del síndrome del monólogo y esto es muy peligroso para el propio Gobierno, porque no reconoce a ningún interlocutor. Al momento ha desaparecido el Defensor del Pueblo, la Comisión Permanente de Derechos Humanos, los empresarios privados, la Federación de la Prensa, que hacía el equilibrio; el Cardenal Terrazas, que ofrecía mediación; el PNUD, los organismos internacionales… no hay nadie. La soledad en la que vive el Presidente debe ser angustiante y con él todos los de su entorno que es de hombres solos. Eso es más grave porque no tienen cable a tierra, ese complemento del ‘chachawarmi’, que obliga, aunque seas una autoridad, a aceptar que tienes un hijo enfermo, que tiene que llevarlo al colegio. Cuando hay una ruptura de esa realidad y ésta se convierte en un monólogo, la posibilidad de entender lo que está pasando en el país se pierde.
En este momento el monólogo monocromático, desde el punto de vista ideológico y político, le está jugando muy malas pasadas al Presidente, y en temas muy puntuales. No era en Caranavi donde tenía que atender el problema político más grave. No era Potosí donde tenía que levantarse la gente; no son los indígenas los que tienen que marchar en contra el modelo y del cambio, tendrían que ser otros. ¿Por qué son ellos, esos territorios, esos espacios, esas estructuras? Hay el supuesto de que todo el mundo tiene que apoyar y que el Presidente tiene la razón, que el proceso de cambio es irreversible porque esa es la voluntad soberana del 64 por ciento del voto. Están mirando una fotografía estática que no se va a modificar hasta las próximas elecciones, pero que está teniendo reformas radicales a nivel de las bases. Esa es una lectura que el Gobierno no hizo con el “gasolinazo”, y este gasolinazo II, el Tipnis, es una bofetada en el lugar que más duele, la conciencia; no se anima, ni el Presidenete ni el Gobierno, a aceptar la torpeza de su error.
Estamos frente a una lectura equivocada que ha llevado a cometer decisiones equivocadas. Hubo un exceso de confianza por parte del Gobierno al suponer que podía vencer la voluntad de estos pueblos que, si bien son muchos, (34) en términos de números, son pequeños comparados con las bases quechua y aimara que él supone lo respalda totalmente.
A partir del 25 de septiembre –sucedieron hechos de violencia contra los marchistas en la zona de Yucumo-, el Gobierno ya no está actuando de manera equilibrada; actúa con venganza, confrontando, provocando reacciones para ver si ha perdido y los otros han ganado. El tema está en esa palabrita “intangibilidad” y hay dos lecturas que deberíamos hacer: la primera, que desde el punto de vista legal quiere decir “exclusión de otro”, que es encierro, y convierte al TIPNIS en una suerte de parque jurásico. La otra, que calza perfectamente, es que esta unidad territorial no se divide, la intangibilidad está en función de una unidad territorial. Probablemente estos temas aparezcan cuando se entre a la reglamentación. Hay la sensación de que la incorporación de este término es una suerte de venganza gubernamental que quiere decir: “no quieren que lo toquemos, no lo vamos a tocar, ni nosotros ni ustedes”.
GANADORES Y PERDEDORES
-En las recientes elecciones judiciales, ¿quién ganó y quién perdió?
– Estamos frente a una lectura que sigue montada en el caballo del 64 por ciento del voto nacional y los dos tercios de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Se incurrió en el error, ya no táctico, sino estratégico, de convertir un proceso de elecciones judiciales -que no hay en ningún lugar del mundo, y eso no es porque nosotros hayamos sido más inteligentes, sino porque no es la modalidad para elegir jueces- en un acto para comprobar si ganaba el sí o ganaba el no. El Gobierno no pensó tener una respuesta como la que ha recibido y no sale del asombro, porque han sido dos hechos en la misma semana: las elecciones y la llegada de la marcha. Todavía le hace falta pisar tierra y tener una lectura más ajustada de la realidad, menos ideologizada, para entender que aquí hay algo que ha cambiado en el país, en el MAS y en Evo Morales. Aquí hay una posibilidad de que los ciudadanos, sin salirse del proyecto de cambio, ni tratar de volver a la oligarquía y el neoliberalismo, no coincidan ya con la visión del Gobierno que intenta llevar adelante un proceso que está siendo erosionado en sus bases, precisamente por su torpeza.
-¿Cuál es su lectura sobre la actual situación del Gobierno del MAS y del Presidente Evo Morales?
-La percepción del debilitamiento del Presidente desconoce la capacidad de reinvención que tiene Morales, quien puede darse el lujo de dejar de lado a los indígenas para quedarse con un país desarrollista y con una base campesina fundamentalmente. Esta es una propuesta revolucionaria; incorporar a los campesinos fue la propuesta mexicana de la revolución, al igual que la propuesta sandinista el 79. Incorporando a los sectores campesinos ya está al otro lado, desde el punto de vista de la acción. No se deben perder de vista dos cosas: primero, que no es imbatible, no estamos frente a Dios; el Presidente es un humano como cualquiera de nosotros, y bien humano desde el punto de vista de errores y virtudes. Y el segundo: desde ahora hay que plantearse de manera absolutamente clara y nítida, que en el supuesto de que Morales no ganara las elecciones el año 2014 y subiese otro que no sea del MAS, Morales no puede ser el chantajeador de la democracia. Desde ahora hay que decirlo, porque con la fuerza y la capacidad que tiene, podría hacerle la vida imposible a cualquiera que venga. La democracia y este país no se merecen una opción de esta naturaleza.»
Por: Carla Tejerina / Fotos: Carly Vanegas y Anhelí Fernández
1 comentario
Carlos Hugo, gracias por compartir esta entrevista, comparto casi plenamente lo expuesto. Solo me queda una pregunta, cual es la siguiente idea fuerza?,
Lo dije y lo digo, eres el mas preclaro pensador e intelectual cruceño que conozco, en mi experiencia personal, eres la ex autoridad gubernamental mas honesta que he conocido y el lider mas incluyente que conozco.
Creo que tienes una capacidad innata en la delegacion en tus equipos de trabajo.
Creo sin lugar a dudas que fuiste el mejor,el mas integro, el mas sincero, el mas transparente y con los mejores sentimientos y acciones por lograr una Santa Cruz mejor para todos los estantes y habitantes de la misma, Como Prefecto del Departamento,
Por estas razones creo sin lugar a dudas que serias uno de los mejores o talvez el mejor Presidente de la Historia de Bolivia, no me cabe la menor duda.
Creo que ya es hora que te lances al ruedo,si lo haces cuenta conmigo.
Con el cariño de siempre.
Oscar