Lina Rivas fue Coordinadora del Paisaje Cultural Cafetero de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, declarado Patrimonio Cultural por la UNESCO. «En Colombia hay 563.000 familias productoras de café, de manera que son más de dos millones de personas las que viven de su cultivo. No son grandes latifundios ni grandes productores, son empresas familiares donde todo el mundo trabaja en función del café. El 95% de los cafeteros de Colombia tienen fincas de menos de una hectárea, y por eso la Federación siempre busca hacer programas de asistencia técnica, mejoramiento de infraestructura, viviendas, saneamiento básico, capacitación, renovación de semillas, que lleguen directamente al agricultor.»
Lina nos acompaña en nuestra investigación sobre Ciudades Intermedias participando de los Encuentros Internacionales organizados por el CEPAD. Sobre nuestra iniciativa de apoyar el empoderamiento de la población sobre el café, con su experiencia, nos orienta:
«Qué rico ese sabor y ese gusto que deja el leer tu columna. Sin duda alguna valorar el esfuerzo humano detrás de cada taza de café produce efectos sensoriales para nosotros los amantes de un buen café.
Aquí en Colombia estamos en la tarea de promover también el consumo de cafés de origen. Hay una gran oferta porque desde cada finca la mayor aspiración es ver su marca en la estantería de una tienda o en la góndola de un gran supermercado, pero no todos alcanzan ese nivel. Se requiere recursos para cumplir con los requisitos legales y cantidades de café de la misma calidad para obtener el espacio, entre otras características.
Creo que es una deuda con el productor local el darle la oportunidad de ofrecer su café y someterse a la evaluación del consumidor quien sin duda, al hacer una recompra le estará dando su mejor calificación. Es un tema de insistir mucho para que la gente sepa «a qué sabe su café», no sólo el consumidor sino el mismo cultivador.
Tal vez a través de la sociedad privada se pudiera aumentar el consumo adquiriendo café boliviano para compartir con los clientes, los empleados y porqué no, para obsequiar en navidad o en cualquier fecha festiva, acompañado de una bella artesanía local. Pará qué la gente se enamore de un café requiere trabajo de promoción que incluya publicidad, degustaciones, obsequio a los generadores de opinión, educación a los consumidores, etc.
Ya me quiero tomar un rico café de Bolivia.»
Escribo esto en medio del absurdo que se ha producido en el Salar de Uyuni. Nuestra apuesta está por encima de estas irracionalidades.