«Manuela, mi amable loca…» recrea de manera epistolar la vida de Manuela en el período que vivió en Charcas, 9 meses, de diciembre del 1825 a agosto del año 1826, y que todavía permanecen perdidos en su biografía oficial. Estudié el modo de escribir de los dos personajes históricos, Bolívar y Manuela, y me atreví a trasladarlo a las epístolas con la respuesta de los lectores que facilita Editorial La Hoguera, en 6 ediciones y varios debates con historiadores que me preguntan o me conminan mostrar las cartas originales.
Aproveché un resquicio de tiempo en el que pudieron haber coincidido, Manuela con Juana Azurdui en la ciudad de Charcas y siguiendo el estilo de ambas, escribí la recreación de un encuentro posible, pero fundamentado en hechos reales…
El resultado final es que dichas cartas ya están incorporadas como parte de la memoria histórica de América Latina y de un sinnúmero de páginas de reivindicación femenina, a esta altura del tiempo, sin referencia de autor. ¡Qué decir de este falso histórico que me llena de satisfacción al haber podido ponerle palabras a lo que se habrían dicho estas mujeres monumentales!
Una útima consulta de Javier Marion Prout, historiador radicado en Boston, Massachusett, sobre las cartas entre las Coronelas, me hacen sonreir y compartirlas de nuevo…
Charcas 8 de diciembre 1825
Señora
Cnel. Juana Azurdui de Padilla
Presente.-
Señora Doña Juana:
El Libertador Bolívar me ha comentado la honda emoción que vivió al compartir con el General Sucre, Lanza y el Estado Mayor del Ejército Colombiano, la visita que realizaron para reconocerle sus sacrificios por la libertad y la independencia.
El sentimiento que recogí del Libertador, y el ascenso a Coronel que le ha conferido, el primero que firma en la patria de su nombre, se vieron acompañados de comentarios del valor y la abnegación que identificaron a su persona durante los años más difíciles de la lucha por la independencia. No estuvo ausente la memoria de su esposo, el Coronel Manuel Asencio Padilla, y de los recuerdos que la gente tiene del Caudillo y la Amazona.
Una vida como la suya me produce el mayor de los respetos y mueven mi sentimiento para pedirle pueda recibirme cuando usted disponga, para conversar y expresarle la admiración que me nace por su conducta; debe sentirse orgullosa de ver convertida en realidad la razón de sus sacrificios y recibir los honores que ellos le han ganado.
Téngame, por favor, como su amiga leal.
Manuela Sáenz.
Cullcu, 15 de diciembre de 1825
Señora Manuela Saenz.
El 7 de noviembre, el Libertador y sus generales, convalidaron el rango de Teniente Coronel que me otorgó el General Puyrredón y el General Belgrano en 1816, y al ascenderme a Coronel, dijo que la patria tenía el honor de contar con el segundo militar de sexo femenino en ese rango. Fue muy efusivo, y no ocultó su entusiasmo cuando se refirió a usted.
Llegar a esta edad con las privaciones que me siguen como sombra, no ha sido fácil; y no puedo ocultarle mi tristeza cuando compruebo como los chapetones contra los que guerreamos en la revolución, hoy forman parte de la compañía de nuestro padre Bolívar. López de Quiroga, a quien mi Asencio le sacó un ojo en combate; Sánchez de Velasco, que fue nuestro prisionero en Tomina; Tardío contra quién yo misma, lanza en mano, combatí en Mesa Verde y la Recoleta, cuando tomamos la ciudad junto al General ciudadano Juan Antonio Alvarez de Arenales. Y por ahí estaban Velasco y Blanco, patriotas de última hora. Le mentiría si no le dijera que me siento triste cuando pregunto y no los veo, por Camargo, Polanco, Guallparrimachi, Serna, Cumbay, Cueto, Zárate y todas las mujeres que a caballo, hacíamos respetar nuestra conciencia de libertad.
No me anima ninguna revancha ni resentimiento, solo la tristeza de no ver a mi gente para compartir este momento, la alegría de conocer a Sucre y Bolívar, y tener el honor de leer lo que me escribe.
La próxima semana estaré por Charcas y me dará usted el gusto de compartir nuestros quereres.
Dios guarde a usted.
Juana.