El tema ha adquirido presencia pública nuevamente, por el libro del mismo nombre escrito por Gary Rodríguez, Carlos Hugo Barbery, Oscar Soruco y Pablo Mendieta, en el que desarrollan los “factores y valores que explican su éxito.”
Discrepo con la categoría “modelo de desarrollo cruceño”, pues termina generando un falso debate al quedarse en sus manifestaciones económicas y no hacer justicia al aporte cultural, social, conceptual y practico de un modo de producción ajustado a las condiciones históricas, geográficas, sociales, culturales, institucionales y económicas que tiene el departamento.
Por no ser extrapolables de manera mecánica esas condiciones, ocurre que Santa Cruz estaría ocupando un espacio paraestatal de relacionamiento público-privado, que, siendo imprescindible, no es replicable en los otros departamentos. Reconociendo que Santa Cruz no puede trasladar su modelo, y aceptando que su aplicación necesita condiciones objetivas y subjetivas, tendríamos que sistematizar los procesos para compartirlos como un modo de hacer las cosas, que aproveche potencialidades y ventajas comparativas y competitivas, donde ellas se encuentren.
Sin embargo, para quienes reaccionan contra él, tratando de enrostrarle la responsabilidad de todos los males bolivianos que produce la anti-nación “oligarca, separatista y facha”, habrá que recordarles que es el único departamento que genera excedente económico en el volumen que lo hace, y que por eso es posible comprender el crecimiento económico, los procesos migratorios, y las expectativas de una vida con oportunidades. Sin olvidar que aquí “se depreda y la sostenibilidad productiva puede estar en dudas”, quien viene y lo seguirán haciendo por la ausencia de alternativas en sus distritos, lo hacen porque aquí encuentran respuesta y posibilidades.
Cuando estudio el Memorándum de 1904, el Plan Bohan de 1942, la construcción simbólica y material de Santa Cruz, y las medidas adoptadas por la Revolución Nacional el 9 de abril de 1952, encuentro los fundamentos de este modelo que en realidad era/es de necesidad del Estado, y tampoco debo olvidarme que siempre se lo pensó nacional.
Este comentario viene a cuento por el artículo de Gonzalo Colque, cargado con un entusiasmo digno de mejor suerte. Una pena… Coincidiendo con alguna de sus observaciones, tengo la sensación que se está convirtiendo en un boliviano que necesita dejarse picar un poquito por los mosquitos.