El debate sobre el Censo, al centrarse en la fecha y en las consecuencias de redistribución de recursos y diputaciones, encubrió el sinceramiento imprescindible con nuestra realidad.
Mientras no tengamos un Censo confiable y oportuno, seguiremos viviendo de ficciones, resultando que quienes más lo necesitan, están siendo inducidos a apoyar su postergación.
El enfermo, postrado en una cama, se resiste a saber cuánto está pesando, su presión arterial, su temperatura y su glicemia…