El Memorándum de 1904 propuesto por la Sociedad Geográfica e Histórica de Santa Cruz en septiembre de 1904, marca la ruta crítica de trabajo, válido para este momento. Cuando salgamos de esta turbulencia, ya sabemos qué hacer. Volvamos a recuperar la Esperanza.
Aproximación al Memorándum de 1904
Con el nombre del Memorándum de 1904 es conocida la propuesta presentada por la Sociedad Geográfica e Histórica de Santa Cruz al Congreso Nacional. En el momento de la redacción, la población de la ciudad que hacía reflexionar a Bolivia, era de 18.000 habitantes de los cuales, el 55% sabía leer y escribir, hombres y mujeres, indistintamente. El promedio nacional no llegaba al 25%, según investigación del profesor Avelino Peredo.
Para asombro actual, volviendo, a leerlo encontramos las mismas claves que se debaten en estos momentos. El mejor tributo a quienes fueron los constructores del pensamiento será profundizar la consciencia ciudadana, creativa y libre. El Memorándum, como aporte desde la sociedad civil, como diríamos ahora, recoge la necesidad y plantea la respuesta, sin queja ni pesadumbre. Se respira creatividad, pasión y firmeza en las palabras y con argumentos de la época, nos encontramos frente a nosotros mismos.
“En 1903 un grupo de intelectuales cruceños fundó la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos que va a catalizar los reclamos de los hombres de 1868 y los de 1891. Al poco tiempo de su creación, esta institución, presidida por Cristian Suárez Arana, elaboró uno de los documentos más luminosos que se han escrito en Bolivia. Se trata del planteamiento de una visión de país hecha desde la llanura. Este documento, que se conoce con el nombre de Memorándum de 1904 fue dado a conocer en septiembre y redactado por Plácido Molina Mostajo, Ángel Sandoval Peña y José Benjamín Burela. Es la primera vez, en la historia de Bolivia, en que se hace tal planteamiento, pero se lo ha ignorado y despreciado sistemáticamente, o lo que tal vez es peor se lo cita sin haberlo leído”, dice de él Alcides Parejas Moreno.
“Con una visión endógena, la intelectualidad cruceña de la época plantea la unificación de las cuencas del río de la Plata con el Pacífico, la integración de amplísimos territorios interiores para la construcción de un mercado y un Estado nacional, contraria a la visión exclusivamente exógena de la oligarquía minera. Muchos de los intelectuales progresistas de la época, fueron acusados después de separatistas por un documento que tenía una clara visión de futuro al proponer, superando la entrega de la ribera occidental del río Madera al Brasil y la pérdida del Litoral que nos dejaba sin puertos, volvamos al Atlántico y sus vías de acceso para equilibrar la visión exógena necesaria”, expresa Sergio Antelo Gutiérrez.
Y Paula Peña: “Cada generación de cruceños ha tenido una lucha. Actualmente luchan por el censo, antes lucharon por la autonomía, por la recuperación de la democracia, por el pago las regalías, etc. La lucha por el ferrocarril fue una lucha de casi 100 años; desde 1825 los cruceños tenían claro que quería salir al mar y llegar al Atlántico por el río Paraguay y eso va a ser el norte que va a seguir la sociedad cruceña y sus empresarios. El gobierno va a buscar salidas por otros lados, no por el río Paraguay, pero van a ser los empresarios cruceños como Tristán Roca y, el más exitoso, Miguel Suárez Arana, y su hijo Cristian, que construyeron la carretera que une Santa Cruz de la Sierra con Puerto Suárez, fundaron Puerto Suárez y Puerto Pacheco y buscaron una salida al mar.”
Concluye el Memorándum:
No hacemos una amenaza subversiva, muy lejos estamos de agregar más desgracias a nuestra desgraciada República. Los hechos se encargarán de comprobar nuestras afirmaciones, cuando el mal no tenga remedio. Cuando Bolivia agonice víctima de la política absorcionista de Chile y aún del Perú. No será suficiente la vida de unos cuantos egoístas, para pagar las miserias y desventuras de nuestra pobre patria. No lo deseamos, pero tememos y prevemos que pueden cumplirse nuestros vaticinios. No pedimos a nuestros compatriotas que nos traigan el progreso, como ha dicho un escritor sin sentido común. Tal vez ellos necesitan más de ese progreso que nosotros; el progreso vendrá paulatinamente, nosotros lo obtendremos con nuestros esfuerzos. Pedimos ferrocarril, porque tenemos derecho a pedirlo, no para beneficio del oriente, sino para el bienestar general de la República; porque nuestra conciencia y buena fe nos obliga a demostrar la verdad, descorriendo el velo provincialista que cubre los ojos de nuestros compatriotas del occidente.
Santa Cruz, septiembre de 1904”.