Desde hace 8 años venimos estudiando en el CEPAD, el fenómeno del despoblamiento rural, la migración a centros poblados y la aparición en Bolivia del fenómeno de las ciudades. Reconozco que ha sido una investigación muy difícil por la existencia de variables inflexibles (www.ciudadesintermedias.org.com).
La primera es que la información para trabajar proyecciones y tendencias en Bolivia tiene calidad reservada. Lo estamos viendo en el debate sobre el Censo en el que los datos son subidos y bajados del portal del INE por un manejo incomprensible, lo que obliga a trabajar con metodologías propias y con las dificultades de hacerlo en absoluta desventaja.
La segunda razón es que una legítima definición ideológica del MAS que administra el Estado, al llevar adelante un enfoque originario indígena campesino, ha llegado hasta el desconocimiento del fenómeno urbano en las políticas públicas; el pretender continuar así, más allá de la realidad, demuestra por qué no tenemos respuestas a una población que ya vive en un 75% en áreas urbanas. Esta realidad evidencia la falta de respuestas oportunas y consistentes para la población que abandona las zonas rurales y para las ciudades que son receptoras de la migración.
Una tercera tiene que ver con la gran extensión territorial y nuestra escasa población. La geografía, repleta de paisajes y potencialidades, a la hora de la vida cotidiana se conflictúa por las distancias entre los centros poblados, la falta de caminos estables que integren los territorios, y los deficientes servicios públicos existentes en ellos. 256 gobiernos locales con población menor de 20.000 habitantes sin que ninguno de ellos tenga un hospital de 2do nivel para nombrar un servicio esencial, genera lo que llamamos “presión migratoria” que obliga a la gente a buscar lo que necesita fuera del lugar donde vive.
Obviamente, el concepto de la ‘Ciudad de los 15 minutos’ ideado por Carlos Moreno para ser ejecutado por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, no tiene posibilidad de comprenderse en las ciudades bolivianas, mucho menos en lugares que las distancias se miden en decena de kilómetros.
Y finalmente, la existencia de inflexibilidades mundiales, que, sumadas a la falta de servicios básicos, se expresan en los efectos del cambio climático y el uso del agua, y la producción con economía de escala de nuestros vecinos que, al hacerlo en volúmenes mayores, dejan nuestros productos rurales sin poder competir. Vaya usted por el mercado y asómbrese de saber el origen peruano de nuestra canasta básica.
La investigación ha evidenciado la importancia de visibilizar a las Ciudades Intermedias que unen lo mejor de lo urbano y de lo rural, reconociendo el débil capital humano, la dependencia del financiamiento y la ausencia de estrategias políticas que se necesitan y no existen. Estamos todavía en el proceso de sensibilización frente a una sociedad y sus gobiernos, que no reconocen la importancia de lo urbano, la existencia de ciudades, y la relación complementaria para la sostenibilidad, entre las realidades rural y urbana.
Si al menos pudiésemos incorporar estas categorías al debate pasionario que sostenemos, podríamos comprender la importancia que tienen para planificar nuestro futuro y la necesidad de incorporarlas en la realización del Censo de Población y Vivienda.