Jerjes, Lucho, ustedes no necesitan que nadie los ensalce.
Me pregunto si se conocen en la vida cotidiana, y aunque es irrelevante la respuesta, no lo es la circunstancia por la que ahora están ocupando los titulares, hombres públicos de la política boliviana. Para tratar de ser útil, he tratado empáticamente de imaginarme la situación por la que están pasando, distintas en su origen, pero no en su consecuencias. Y con ustedes, una lista que se engrosa por una voluntad absurda, sedienta de venganza.
El bien tutelado mayor de la democracia mundial, la Libertad, está siendo avasallada asquerosamente por una conducta que dejó de ser circunstancia para convertirse en práctica abominable; quien atropella como juez por la burla de las circunstancias, practica esa brutalidad latente, mientras intenta ignorar la miseria que revuelca en el camastro de sus bazofias; La burla del poder que denigra burlesco la indignidad que les dejaron, hace que esos aspirantes a bestias sometidas, no entiendan la metáfora que integra el envejecimiento digno del tiempo-espacio y la dignidad de quien lo practica. Para ellos, ni a sus mandantes al fin, no se escribieron las palabras consecuencia, sosiego y templanza.
Soy parte de una generación que fuimos tus alumnos respetuosos, Jerjes; y que acompaña convencida tu conducta de servicio, Lucho. Ustedes crecen en el infortunio. En la voz que toma la de su hijo para que, simplemente, se haga justicia; y en la defensa que se impondrá sola, pues aunque «ya todas las estrellas han partido, … nunca se pone mas oscuro que cuando va a amanecer”, como dijo el poeta Azofeifa.
En esa interpretación del momento, este no es un memorial de desagravio, defensa o de tronar con la verdad. Es simplemente, y más humilde, un homenaje de afecto en estas circunstancias aciagas por la venganza miserable que sufren. Igual que el retardado mental voluntario que no entenderá estas palabras, ustedes sentirán porqué las digo.
Leo a Borges en las metáforas del tiempo con las que juega irresponsable y caprichoso. Ustedes están para ser parte de esa río de Heráclito que no será nunca el mismo, como tampoco lo serán ustedes cuando se bañen, como dijo Borges. Lo que digan, servirá como parte de la tribuna magistral que abofetea a la soberbia. Como lo será, el tronar del silencio que acompaña una sonrisa. “Se mira en el espejo fugitivo / y descubre y trabaja la sentencia / que las generaciones de los hombres no dejarán caer. Su voz declara: / Nadie baja dos veces a las aguas / del mismo río. Se detiene. Siente / con el asombro de un horror sagrado que él también es un río y una fuga”.
Honrado de ser parte de este instante que envejece y renace.
(No quería decirlo porque no quiero despedir más a quienes se van sin despedirse. Pero la sonrisa de Benjamín Grossman, influyó en estas palabras)