Baile en la comunidad chiquitana Santa Anita, en San Ignacio de Velasco, cuando el CEPAD con el Municipio Escuela, integraba a los habitantes de Bolivia. (El nombre de la comunidad me la recordó Erwin Méndez Fernández, alcalde de la época.)
Encontré un texto de Luz Marina Canelas cuando registró la experiencia como periodista de Los Tiempos, y en el que describe la ocurrencia.
«La Ley de Participación Popular comienza a cosechar sus frutos como modelo sostenible, aplicable y efectivo, apuntalando el crecimiento económico, social y cultural regional. Observar bailar a una hermosa originaria chiquitana cargada de buenos años, con toda la magia de su vestimenta holgada como su personalidad, junto a un impecable jilakata del municipio orureño Salinas de Garci Mendoza -todo un caballero que en una semana de convivencias no abandonó el sombrero ni la ch’uspa- fue como ver hecho realidad el sueño de Bolívar: la patria grande y unida. Pero no esa patria separatista en unas cuantas siglas partidarias o intereses individualistas económicos, sino a la verdadera. Aquella sedienta de comprensión, unión y fe en la multietnicidad del territorio boliviano consciente de sus potencialidades, obligaciones y derechos.
Sin fronteras, ideologías, religiones, ni razas, una delegación de 30 personas de distintos municipios del país compartió en una semana intensa un paseo por diversas regiones de Santa Cruz, donde se aplica un interesante programa de aprovechamiento local e impulso económico regional denominado “Municipios Escuela”, implementado por el Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD). El encuentro juntó a varios alcaldes, concejales, consultores, facilitadores, asesores y asistentes técnicos de diversas regiones de Bolivia, para mostrarles los frutos que hoy recogen municipios como La Guardia y San Ignacio de Velasco –denominados acertadamente “Municipios Escuela”-, por los avances que los distinguen de otras localidades gracias a la Ley de Participación Popular adecuadamente implementada. Bajo este sistema de inclusión, cada actor –desde el edil, el campesino, hasta el ciudadano de a pie- se convierte en un gestor del desarrollo de su comunidad, que impulsa, desde la actividad que ejerce, normas básicas de convivencia, respeto, amabilidad y trabajo.
El secreto. Los comunitarios unidos a sus autoridades y capacitados por el Cepad, apuestan por “poner en valor” lo que desde siempre tuvieron, para sacar provecho de ello; es decir explotar los recursos y virtudes que hallan a su alcance, tales como su naturaleza, dotes artísticos o culinarios, para transformarlos en la identidad de cada pueblo y además obtener réditos ampliando una economía local de “base ancha” y multiplicadora.
El encuentro de Municipios Escuela – realizado por segundo año – logró jornadas en las que los visitantes compartieron con los anfitriones todas sus inquietudes respecto al modelo que los municipios escuela aplican para lograr niveles de excelencia organizativa y ejecutiva.
Objetivos claros. La hospitalidad junto a jornadas de largos viajes fueron característicos de este encuentro con motivo de visitar los llamados “Municipios Escuela” que impulsa esta organización no gubernamental para compartir experiencias exitosas de desarrollo económico local. Hospitales bien equipados, mercados impecables, museos de historia, guarderías, talleres artesanales y proyectos de desarrollo humano, turístico o agroindustriales, entre varios otros, son algunos de los ejemplos que los participantes visitaron para llevar consigo hasta sus comunidades estas experiencias, y transmitirlas y reproducirlas de acuerdo a sus necesidades. La posibilidad de multiplicación de ideas y buenas prácticas se impulsa a través de esta alianza que incorpora a los 56 municipios cruceños. Esa unión permite aprovechar que las experiencias de un municipio puedan ser aprovechadas por otros, ampliando el impacto más allá del ámbito municipal y aportando insumos para la aplicación de políticas públicas.» (31 de mayo, 2007)