El momento se detuvo… paciente, sin apuro, el reloj marcaba las 3.40; el río Acre cantaba en una cachuela de agua bullanguera… Con el sopor de la canícula, húmeda y provocadora, la mente liberada entró en estado de consciencia alterada y de repente volvió al lugar en el que el Siringuero extiende su poronga en la selva antes que despunte el alba, ganando tiempo al tiempo para rayar centenas de árboles insertando su tichela y robarle así leche a la siringa. Volverá después, y en un ritual ceremonioso, burocrático, sensual y tedioso, recogerá lo extraído y en el pahuichi, con ayuda de la su familia difumará la leche sobre un gran buyón; el látex transformado en bolacha de goma, dicen que será llevada lejos… así, todos los días, mientras las aguas del cielo lo permitan y las de la tierra no se desborden… vaya ocurrencia, aquí, dicen, se miden las estaciones del tiempo por la anchura de los ríos, vaya ocurrencia…
Así lo vi dentro de mi… había ocurrido en 4 meses… el reloj marcaba las 3.48…
Gracias Silvia y Abraham por abrirme el espacio de la Pascana Etsawa Teje…
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