De Prosas apátridas:
«Podemos memorizar muchas cosas, imágenes, melodías, nociones, argumentaciones o poemas, pero hay dos cosas que no podemos memorizar: el dolor y el placer. Podemos a lo más tener el recuerdo de esas sensaciones, pero no las sensaciones del recuerdo. Si nos fuera posible revivir el placer que nos procuró una mujer o el dolor que nos causó una enfermedad, nuestra vida se volvería imposible. En el primer caso se convertiría en una repetición, en el segundo en una tortura. Como somos imperfectos, nuestra memoria es imperfecta y sólo nos restituye aquello que no puede destruirnos.»
Por la transcripción, Carlos Hugo.
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A propósito del olvido, Mario Benedetti:
«… el dÃa o la noche en que el olvido estalle
salte en pedazos o crepite
los recuerdos atroces y los de maravilla
quebrarán los barrotes de fuego
arrastrarán por fin la verdad por el mundo
y esa verdad será que no hay olvido.»
La memoria es selectiva, «nos cuida» y siempre está ahÃ. Como titula Benedetti el poema del cual el párrafo transcrito forma parte, «Ese gran simulacro» como denomina al olvido, resulta débil ante ella. Por suerte, «el olvido está lleno de memoria».
C.Z.
Con razón he parido, o si suena más amable, he dado a luz a más de uno olvidando el abrazo inmisericorde que me dio el dolor. Del que no me pude zafar a pesar de los esfuerzos, las técnicas y los consejos de las abuelas. Y al que me entregué una y otra vez, por olvidadiza che…De haberlo recordado me habrÃa perdido el enorme placer de conocer y compartir la vida con seres humanos maravillosos. Y no lo digo porque sean mis parientes.
Por desmemoriada, también he dejado atrás a quienes me dieron alguito de placer, porque siempre me topé con «michas» nomás. Y pude seguir caminando sin darme la vuelta. Ni siquiera para atisbar lo yescas que son ahora, por decisión castigadora de los dioses. Esos que siempre están a favor de la generosidad, mal llamada desenfreno.
Claudia tiene razón. La memoria es selectiva y nos cuida. De no ser asÃ, podrÃa recordar con exactitud, horrorizada y tembleque, detalles de mis tragedias amorosas que, por dramáticas, podrÃan competir sin duda con culebrones que hacen llorar a propios y extraños hasta el hipo. Y qué obligan a pensar: ¿Qé habrá sido de ella? Pues aquà estoy, dirÃa mi voz, está vez con seudónimo nomás. Por suerte desmemoriada, olvidadiza, felicota e imperfecta.
Claudia, dicen que la memoria es lo que nos queda después de habernos olvidado de las cosas. En materia sentimental, ¿el olvido es sabio?
Catalina, esta clara tu definición. Simple y profunda. Simpático el que se asocie olvido con afectividad, no? Es casi un instinto de sobrevivencia. Es más o menos: «después de un amor, viene otro».
Carlos Hugo, qué pregunta!. En el fondo, el olvido creo q no existe. Siempre quedan rastros en la memoria. Aunque a veces darÃamos cualquier cosa por olvidar, no?. Otras veces, para recordar todos los detalles. Se podrÃa pensar que si lográramos olvidarnos de todo, no aprenderÃamos de esas vivencias, y cometerÃamos los mismos desaciertos. Sin embargo, la experiencia nos demuestra que muchas veces, recordando y habiendo «aprendido», caemos otra vez en lo mismo. Es una de las aristas que tiene de inexplicable el amor, no?.
C.Z.