Las últimas 3 semanas he participado a través de diferentes plataformas y espacios, en 15 debates de análisis con colegas de todo Bolivia, sobre la crisis del Censo planteada desde Santa Cruz; hemos conversado, discutido, confrontado, coincidido y divergido, sobre el paro, el cerco, la violencia, la prepotencia, las imposiciones, los preconceptos, las verdades a medias, las mentiras enteras, la pérdida de tiempo, los cabildos, la irrupción de susceptibilidades, de prejuicios y la duda si la dirigencia política nacional y de Santa Cruz, comprenden la gravedad e importancia del reto que estamos viviendo…
Como estamos prontos a superar esta crisis, por la vía del consenso o de la confrontación fratricida, debemos hacer un esfuerzo para identificar enseñanzas; comparto mis primeros titulares:
- Los bolivianos no nos conocemos.
- Los bolivianos somos violentos, en nuestras relaciones personales, sociales, en nuestras reacciones y en el ejercicio del poder y la autoridad, cualquier sea el origen.
- El Censo está dejado en evidencia que nos está costando enfrentar y aceptar la realidad.
- Estamos cargando nuestra confrontación sobre la confianza pública, debilitando nuestras relaciones básicas y nuestra institucionalidad.
- A pesar de todo ello, los gritos extremos de «ahora sí, guerra civil», o «llegó la hora de la independencia», no alcanzan la calidad de masa crítica para convertirse en consignas movilizadoras, y continúa imponiéndose la racionalidad.
(La dinámica creativa, se valoriza cuando se retroalimenta con la lectura abierta. Es el caso del título de esta serie. Resulta que el contenido es mayor al de la coyuntura que propone el Censo, que si bien sirve de motivación, provocación y pretexto, los temas hacen a una dimensión mayor, mezcla de molestia y necesidad de Esperanza. La enfrento y te la planteo.)