Primer paso. Te propuse que en tu casa, consumás café de grano boliviano, uno de los mejores del mundo, además, de una frescura a toda prueba…
Segundo paso. Después, la provocación estuvo en que preguntés, cuando pedís café en cualquier local público, ¿de dónde es el grano del café que me está sirviendo? Y coincidimos que es un derecho del consumidor preguntarlo.
Tercer paso. «¿Qué pasaría si todas las instituciones públicas, hoteles, agencias de banco, empresas de seguros, aerolíneas, venta y talleres de automotores entre otros, ofrecieran café de grano boliviano, recién molido y preparado en cafetera eléctrica de acuerdo al tamaño de la oficina para que cada cliente pueda disfrutarlo?» ¿Te imaginás lo que significaría para mejorar el genio boliviano, compartiendo una tasa de café de manera colectiva?
La pregunta es compartida con Mariana Iturralde…
Y me presté de Grisel Gamarra un
divertimento
picaresco con aroma y sabor de la tierra…
Mientras degusto mi café MINGA…