Contrapunto Grupo Vocal está en el libro «Con Nombre & Apellido».
«Pensando en mis hermanos Eduardo Lalo Chavez, China Frías, Carmen Robles, Waldo Varas, Pepe Talavera y Dimas Añez, nació este Mito del saludo y de la música.
La guerra empezó a perder terreno el día en que se inventó el saludo. Fue cuando el brazo se levantó, abierta la mano, para mostrar que no había la piedra del hacha o el metal de la espada.
Ese invento magistral, se completó con el descubrimiento del ritmo y las posibilidades de repetir la sonoridad de los latidos del corazón y la cadencia de la respiración.
El que lo descubrió, no pensó que estaba abriendo el camino a medir el tiempo, a establecer secuencias, a precisar períodos.
Con el ritmo, la sonoridad y la cadencia, en el fuego de la fragua y los pininos de los arpegios, nacieron las notas que se alinearon en melodías y con el nacimiento de lo que hoy llamamos música, proliferó la vida como un acto voluntario de amor, de pasión y de ternura.
Resulta que los pájaros, el viento entre las ramas, el agua en su deambular eterno entre las piedras, que ya venían repitiendo sus rumores magistrales, cuando se sumaron al ritmo, la sonoridad y la cadencia, obligaron a los hombres y mujeres, a las mujeres y los hombres, a buscar otros instrumentos, además del corazón, los pulmones y los labios silbando una melodía. Los labios, el único instrumento de viento con el que nacemos todos los humanos, fue el primero.
Las cañas pentatónicas convertían al viento que pasaba entre sus ranuras en otra cosa distinta, y la madera dio paso al redoble de tambores que enseñó el pájaro carpintero en el tronco almendrado de la caoba.
Cuando la vida se hizo más compleja y llegó hasta nosotros, las formas simples en las que discurría debía parecerse a los sentimientos expresados en nombres bautizados y mestizos: carnavales, canciones, taquiraris, baladas, boleros, valses, chobenas, cuecas, candombes…»
C.H.M.