El día lunes 31 de diciembre, se celebraron los 100 años del nacimiento del Dr. Gilberto Molina Barbery, médico que supo conjugar su vida profesional, humana y espiritual en un equilibrio que sirvió de ejemplo a quienes lo conocieron.
Generoso en el conocimiento, fue el médico de consulta de varias generaciones en Santa Cruz, compartió desde la vetusta Sala 9 del Hospital San Juan de Dios, una cátedra de ciencia y humanidad. Repetía que los males físicos eran el resultado de desequilibrios del alma y junto con los medicamentos que recetaba, transmitía la Paz que el paciente requería para restablecer la salud. Los laboratorios de la Farmacia Telchi producían a su pedido, una variedad de placebos, sustancia inocua sin valor terapéutico directo pero de gran efecto sugestivo benéfico, que el Dr. Molina recetaba en exclusividad.
Ameno en la charla y de una finísima ironía, aprovechaba sus impromptus para exteriorizar sus sentimientos, en ocurrencias que se recuerdan hasta ahora como parte de la riqueza médica. Vivió según principios cristianos que los mantuvo en una cotidianeidad edificante y ejerciendo la medicina como apostolado y servicio.
Miembro de una familia de gran respeto, creó la suya bajo los mismos principios y supo llevar adelante con dignidad y modestia, la multiplicación de valores ciudadanos que los ejercía en toda su integridad. La sensibilidad social era otra de sus características, y quizá por eso se lo recuerda con mayor intensidad en estos tiempos.
1 comentario
Hace falta tener más seres humanos así. De los que se fueron, queda el ejemplo.