«Tenemos dos años por delante para sincerarnos con nosotros mismos. Como parte de la Generación del Bicentenario, corresponde aclarar los espacios en los que se producirá para que las acciones que se realicen, sean útiles y prácticas. Repetiré que el 6 de agosto del año 2025 es mucho más que un hito histórico y se constituye en un momento de quiebre y ruptura.
Necesitamos, por tanto, reconocer algunas condiciones imprescindibles. La primera tiene que ver con los procesos económicos y políticos que se están produciendo en Santa Cruz y que están ocasionando dudas, incertidumbres y susceptibilidades. Quienes vivimos en Santa Cruz no somos marcianos ni gozamos de más o menos capacidades o cualidades que tienen todos los bolivianos, por lo tanto, lo único inteligente que debemos hacer colectivamente y sin soberbia ni prejuicios, es caracterizar las condiciones que llaman la atención y plantearnos si no es Bolivia quien necesita comprender lo que ocurre en Santa Cruz, y no a la inversa.
El denominado modelo de desarrollo cruceño no es repetible, y por lo tanto resulta desatinado sostenerlo de esa manera, pues más tiempo tardemos en entender los procesos de desarrollo, de competitividad, economía y migración, más tiempo perderemos en comprender por qué Santa Cruz es una oportunidad que puede ayudar a desarrollar Bolivia.»
Quien quiera seguí en el desconcierto, que siga.
El desconcierto que genera Santa Cruz
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