El Gobierno del Presidente Juan Evo Morales, identificó al Departamento de Santa Cruz como su enemigo ideológico. Una lectura equivocada sobre una relación superficial y negativa con los grupos de poder cruceño, y un entorno masista que no lo ayudó a comprender las claves de la construcción institucional cruceña, generaron una confrontación de naturaleza perversa y negativa para todo el país.
Convengamos que razón no le faltó en lo personal. La calificación que por razones ideológicas realizó del Departamento, sus instituciones, autoridades y dirigentes, en general, no fue cordial ni muy afectuosa. Están en la memoria y registros televisivos los recibimientos del candidato con huevos en el aeropuerto, o sus salidas y entradas por puertas secundarias para no recibir provocaciones y agresiones. El líder reaccionó como humano y arremetió inmisericorde con todo su aparato cuando fue poder.
Por el lado cruceño, una dirigencia acostumbrada a rayar la cancha regional, a establecer los temas, definir las formas de relacionamiento, medir las oportunidades y con una lista larga de acciones potenciales para demandar atención, desde vigilias, paros, ultimátum y cabildos, encontraron una respuesta despectiva y soberbia, respaldada por el triunfo nacional. Evo Morales había ganado unas elecciones nacionales con un voto más que generoso en porcentaje, pero no ganaba en Santa Cruz.
Los primeros 5 años, hemos sido testigos y nos hemos visto envueltos, todos, en una confrontación de corte estratégico militar, orientada a tomar la plaza y por el otro lado, a defenderla.
La secuencia de acciones envolventes en todas las materias, para terminar con la acción militar del Hotel Las Américas con la que se consumó la aparente victoria, dejaron maltrecha a una dirigencia cruceña tradicional que había apostado a la confrontación tradicional, sin admitir que tenía al frente a un adversario distinto, irreverente y prepotente. El “ninguneo” cruceño y el atropello gubernamental, se explayaron en todas sus manifestaciones. Evo Morales se fue apropiando de los espacios simbólicos, hasta de la misma Autonomía que terminó devaluándola en su contenido y proyección, pero no ganó electoralmente el departamento ni su capital, a pesar de ensayar todas las estrategias.
Evo no aceptaba el no controlar la actitud confrontacional de la dirigencia, y la atacó en la base de sus intereses: la tierra, la producción, los mercados, los incentivos y las políticas públicas. Logró una victoria pírrica, acompañada de desabastecimiento y encarecimiento de los productos básicos. La regla básica de la economía, del estímulo que debe tener la producción, se trató de superar con Decretos. Quedaron los Decretos y faltó arroz, azúcar, aceite, pollo, en un país que estaba acostumbrado a exportarlos.
Mientras tanto, el aparato cruceño, manteniendo a su Gobernador y el Alcalde de la ciudad capital, se ha modificado radicalmente en nombres y actitudes. Hay otra dirigencia, otra conducta, y luego de las lecciones aprendidas, pareciera que el Gobierno, también así lo está entendiendo.
Habrá que señalar que los conflictos más complicados que ha tenido el Gobierno han sido fuera de Santa Cruz, y últimamente, en los espacios del MAS. La lista larga que se repite en nombres emblemáticos como La Calancha, Porvenir, Caranavi, Potosí y ahora el TIPNIS, están muy lejos de la oligarquía, los terratenientes y los separatistas. Cuando termine de hacerse justicia, el bochorno que deberá soportar el Fiscal Sosa por las dificultades que tendrá para fundamentar jurídicamente sus entusiasmos verbales, dejarán en evidencia el armado de una trama utilitaria que le permitió al Gobierno sacarse de encima a los sectores más conservadores y logieros que cayeron en el error de la salida rápida, pero que ha permitido la irrupción de una Santa Cruz con capacidad política y social para recuperar su espacio. Será una de las paradojas de esta Historia. Los últimos tiempos, Santa Cruz es la ciudad en la que el Presidente asiste con mayor frecuencia, con la tranquilidad de no tener que salir abucheado o suspender sus prácticas deportivas.
Santa Cruz, como departamento y como ciudad, es el punto de Bolivia de mayor y mejor debate democrático en la actualidad; produce el 60% de la seguridad alimentaria del país; demanda condiciones para producir más y mejor, produciendo excedentes que generan economía y desarrollo; sigue siendo el destino natural de quienes quieren desarrollar democracia y empresa (desde una cajón de cigarrillos y chocolates, hasta gigantescos emprendimientos comerciales y habitacionales); el respaldo de emprendimientos internacionales, principalmente brasileños, le dan el sello de cierta garantía de seguridad jurídica y social. Si Santa Cruz produce, Bolivia tendrá alimentos. Sin soberbias ni falsas modestias.
Hay dos temas de potencial conflicto, ambos en el ámbito del gobierno su administración y control: el narcotráfico y los planes de la Agencia para el Desarrollo de Macrorregiones y Zonas Fronterizas, con el traslado humano en zonas muy debatibles.
Estamos siendo testigos, ahora, de un reencuentro más respetuoso. A pesar de la diferencia.
Carlos Hugo.
Este artículo se publicó en el suplemento dedicado a Santa Cruz el 24 de septiembre, en el matutino Página Siete. Es posible que la violencia oficial del 25 de septiembre contra la Marcha Indígena por el TIPNIS, haya modificado algunas situaciones.