En este momento del paso que trasciende, ¡gracias, con el alma!
Te debo la generosidad de espíritu que permitió en marzo del 1992, en el CEMCI de la Plaza Pineda, Granada, España, que conociera a personas que me ayudaron con vocación, estudios y dedicación, a caminar por los caminos de la esperanza municipalista. Tengo una tierna gratitud desde cuando me pusiste en contacto con la gente que vivía en ese mundo. Desde entonces, vos entre ellos, mis afectos entrañables al Maestro Enrique Rodríguez, a Federico Castillo, Leonor Rodríguez, Felipe López y tantas generaciones formadas por la UIM.
Este mundo tiene una deuda enorme con vos, aunque es más grande tu espíritu de guerrera imbatible.
¡Que se abran puertas y ventanas para que pase Roxana Torrico!