No todos los días, el Presidente de la República expresa disculpas por una expresión inapropiada a su investidura. La autora de la primera carta y que generó un posicionamiento social inmediato, ha escrito otra de agradecimiento. En el mismo espacio de la primera, comparto las palabras de alguien que logró una respuesta justa a un pedido justo. Gracias a vos, Jenny.
La Paz, 24 de noviembre de 2009
Señor Presidente:
Diez días atrás le escribí una airada carta de reclamo ante declaraciones suyas referidas a las mujeres que me provocaron mucha molestia. Anoche, en una reunión con mujeres tarijeñas lo escuché disculparse por las mismas. Muchas gracias, señor Presidente, no esperaba menos de usted. Nos ha demostrado que es usted una persona noble, capaz de pedir disculpas cuando asume que ha cometido un error, ese es el hombre que merece mis respetos y el de toda la ciudadanía de este país. Esas son señales de cambio, Presidente, porque no recuerdo haber escuchado a otro Presidente de Bolivia disculpándose por algo que dijo con relación a las mujeres.
La referida carta provocó diversas reacciones, unas más sinceras que otras. Muchas mujeres y muchos hombres se sumaron a mi protesta, porque comprendieron que mi reclamo expresa, más allá de sus declaraciones, el sentimiento contenido de coraje ante una cultura machista tan arraigada en nuestra sociedad que hasta se considera “natural”. Sus disculpas, Señor Presidente, alientan y renuevan las esperanzas de miles de mujeres bolivianas en la posibilidad de modificar esa cultura, en desechar de nuestro lenguaje, hasta tocar nuestros más profundos sentimientos, toda referencia irrespetuosa a la condición de las mujeres. Para cerrar este asunto, considero necesario señalar también que es muy lamentable que algunas mujeres sean las responsables de esas “inspiraciones” tan poco consecuentes con ellas mismas.
Ahora bien, permítame disentir con usted en un asunto, Señor Presidente. Usted reitera que no está de acuerdo con medidas de “acción afirmativa” hacia las mujeres porque éstas serían, de todas maneras, discriminatorias. No es así, Señor Presidente, cuando usted pone en vigencia medidas sociales como los Bonos “Dignidad”, “Juancito Pinto” o “Juana Azurduy” está aplicando medidas de “acción afirmativa” destinadas a paliar condiciones de desventaja de sectores sociales vulnerables y no por ello los está discriminando. Haciendo una distinción, cuando las mujeres reclamamos “acciones afirmativas” no lo hacemos en condición de “sector vulnerable”, lo hacemos en procura de eliminar todas las brechas de inequidad entre hombres y mujeres hasta “nivelar la balanza” para que, una vez nivelada, contemos con “condiciones de partida” similares para participar en igualdad de condiciones en todos los ámbitos de la vida pública y privada.
Usted afirma, Señor Presidente, que no quiere una “Viceministra de las Mujeres”, que quiere medio Gabinete compuesto por mujeres. ¡Enhorabuena!, una decisión de ese tipo demostraría su voluntad de equilibrar la relación de género en esa instancia tan importante de decisiones. Pero, una medida de ese tipo no garantizaría la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres. Nosotras no reclamamos una entidad pública sólida para tener una Viceministra, la reclamamos como instrumento de gestión pública, responsable de diseñar, orientar, dar seguimiento, evaluar y ajustar permanentemente las políticas públicas orientadas a esa meta, aunque la responsabilidad de su ejecución corresponda al Estado en su conjunto. Reclamamos una entidad pública, al más alto nivel político de decisión, porque sólo así contaremos con una instancia directamente encargada de hacer realidad nuestras aspiraciones, hoy plasmadas en la nueva Constitución Política del Estado.
Muchas gracias, Señor Presidente, reciba usted las seguridades de mi más alta consideración.