Bolivia, en materia de desarrollo territorial, es un país urbano.
La secuencia de 5 Censos (1950, 1976, 1992, 2001 y 2012) muestran la tendencia de la urbanización que se completó el 24 de marzo al iniciarse el reencuentro de la Bolivia obligada a vivir dividida, entre la ‘originaria indígena campesina’, y la que en un 80% trabaja en ciudades. El Censo demandará a la inteligencia y creatividad rural/urbana a restituir en Paz, realidades y equilibrios que reconozcan el tránsito de 26,2% urbano en 1950 al 80% que hoy vive y trabaja en ciudades, según las proyecciones y los datos preliminares del Censo 2024.
Debemos evitar el chantaje que, utilizando una vez más a los indígenas, y sin negar a las 36 naciones que integran el estado plurinacional, pretenda ignorar la evidencia de un país que sigue la tendencia mundial de la urbanización, y en parte, también, por las improvisaciones gubernamentales, obligó a los campesinos a migrar a las ciudades.
Los bolivianos vivimos y trabajamos en un 80% en áreas urbanas, expresadas en tres regiones metropolitanas, seis capitales departamentales con sus áreas de influencia, y ciudades intermedias que se están desarrollando sin políticas públicas; el 20% restante vive en una ruralidad dispersa, carente de servicios públicos básicos y que las políticas que intentaron ser redistributivas en favor de los excluidos y marginados del campo, terminaron en la corrupción.




