(ERBOL) El prejuicio positivo que tiene sobre sí Juan Evo Morales, le permite expresarse de la manera más entusiasta y discordante en cualquier escenario; siempre habrá un equipo de intérpretes que le encontrarán sentido, filosofía y trascendencia a sus palabras. Además, si ellas van acompañadas del 64% del voto de l@s ciudadan@s, y de una mayoría aplastante de 2/3 del parlamento, las razones, sobran.
Por el otro lado, es evidente que resulta difícil entender para otro grupo humano, cómo es que nuestro personaje persiste en su afán de cambiar todo, aquí, y ahora allende los mares, cometiendo unos dislates que en boca de un mortal pedestre, habría generado ignominia. Aquí, lo más fuerte, es la conmiseración complaciente, como parte de estas Paradojas con las que debemos vivir cotidianamente.
Habrá que admitir que la creatividad humana y las ansias de Otro Mundo en el que todos queremos vivir, están haciendo que los acontecimientos discurran por caminos insospechados. Habiendo alcanzado Juan Evo la calidad de Apu Mallku, ya podríamos decir sin sacrilegio, insondables. El Indio, como lo nombra el Coronel Chávez Frías con su irreverencia caribeña, pareciera que está más allá del bien y del mal.
Utilizando esa lógica discursiva, está poniendo en aprietos al Sistema de Naciones Unidas con su expresión de que “más importante que los Derechos Humanos, son los Derechos de la Madre Tierra”. No es sencillo el asunto, y nadie en los ámbitos internacionales ha osado referirse al tema. Quizá por las razones que comentamos, o porque encuentra en culpa a gobiernos, empresas y organismos que reflexionan mucho, pero siguen inundando el mundo de bolsas plásticas, depredación y hormonas que producen efectos diabólicos.
Mientras, las 3 Generaciones de los Derechos Humanos, junto con otras vituallas menores, están en entredicho por esta suerte de Avatar Universal que nos está obligando a todos, a pensar: ¿y si lo que dice fuese cierto?
Mientras tanto, sigamos manteniendo el espíritu abierto y la razón crítica para no perder el rumbo. Ni la mayoría es garantía de sabiduría, ni estamos en estas situaciones extremas por haber realizado bien las tareas. Juan Evo nos pone a prueba todos los días, en ambos sentidos.
Carlos Hugo Molina, ciudadano en ejercicio.