Escribí que estaba enamorado de Chabuca Granda. ¡Y de Matilde Casazola, también! Ella es la magia de la palabra y de la vida.
Cuento del mundo: “Yo le contaba del mundo/Del mundo y su alrededor/De su misterio profundo de su forma y su extensión/De sus llanuras inmensas/De su aurora de arrebol/De sus aves de sus fieras/De su luna y de su sol.
¿De qué color es el mundo?/Con asombro preguntó,/Justo del color que quiera pintarle tu corazón”. Compuso esta canción de cuna a un niño recién nacido y a su sobrino Gabriel Chávez de 2 años, que se sentaba a su lado para escucharla y preguntar.
Matilde Casazola no necesita el Cóndor de los Andes; en este momento, es Bolivia quien debe reconocer humilde, que llegó la hora de hacerle justicia. “Califica su estilo como puro, con un trabajo interno en el mensaje que se traduce hacia afuera de manera sencilla” y con una voz personal, única, entrañable, que nos envuelve cuando empieza a hablar o cantar… Creció en Sucre, en entornos familiares convertidos en escuela de poesía, historia y música. “La poesía y la música han sido las musas que han marcado mi destino. ¿Ésta? Que cante, dijo Dios cuando me traían al mundo. Y he cantado Señor, tus maravillas. Los amaneceres hermosos, los atardeceres rutilantes de estrellas, todo lo que tu creación me dio para dar color a mi canto. Los misterios del amor, del dolor, y la muerte”
Varias generaciones hemos cantado Desde lejos: “Desde lejos yo regreso/Ya te tengo en mi mirada/Ya contemplo en tu infinito mis montañas recordadas/Desde lejos, desde aquellos/Horizontes que se escapan/Hoy regreso a tu infinito Pachamama Pachamama
Yo no logro explicarme con que cadenas me ata/Con que hierba me cautivas dulce tierra boliviana
Desde lejos yo regreso/A tus piedras trabajadas, por titanes ignorados que cobijan la altipampa/Desde lejos como el viento/Traigo nombres de otras patrias/Pero busco en tu infinito las raíces de mi alma
Yo no logro explicar con qué cadenas me atas/Con que hierbas me cautivas dulce tierra boliviana.”
Los cuerpos: “Amo mis huesos/su costumbre de andar rectos/de levantar un semicírculo/para abarcar el cielo/de encadenarse en filigranas diminutas/para favorecer el movimiento;/amo mis huesos con sus curvas/sus salientes/y sus cuevas profundas.”
Tarde fresca: “El color de los cerros lejanos/me trae esta canción.
Será tal vez, nostalgia de otro tiempo/de distinto sabor./¡Tierra mía! mis ojos se extasían/en esta tarde fresca;/el sol está jugando con las hebras/de sus cabellos verdes./ En esta tarde fresca yo he soñado/¡cuántas veces!
Y se renueva aún, incomparable:/retamas, aire azul,/mis ojos en la tarde.”
Este amor que enmudeció la garganta de las aves: “¡Ah mi viajero distante!/tu destino era mi puerto,/pero el mar te traicionó/y cambió los mundos ciertos.
¡Ah mi viajero lejano!/tu destino eran mis brazos,/pero el mar te traicionó/e hizo tu barca pedazos./Ah viajero de imposibles;/tu destino estaba escrito/en tu mirada de brumas/y en tus ansias de infinito.
Pero no llegaste nunca,/porque el mar cambió tu rumbo/y mi vida quedó trunca/y fuiste a dar a otro mundo.”
Como un fueguito, musicalizado: “Se apagó el amor como un fueguito/Como un fueguito muerto de frío/Nunca más veré arder sus ojos/Arder sus ojos tan amorosos
Ay, del amor que se ha apagado/Tanto dulzor que me ha robado/¿Cómo iba a pensar que acabaría?/Si me decía: «siempre te he de amar».
“El folclore se va transformando, nada es estático y como bolivianos, como personas nacidas aquí, podemos nutrirnos diariamente de cosas que tenemos; el paisaje en un país tan variado, desde el trópico hasta la puna, los andes; tenemos tanto que ha servido de inspiración a los artistas, en el oriente, los taquiraris antiguos, los carnavales de una sensualidad que tiene que ver con la naturaleza, la exuberancia, y han dado a Bolivia una semilla extraordinaria, difundida por Gladys Moreno. Y en la cordillera, compositores como Adrián Patiño, Humberto Iporre de Potosí, el orureño Gilberto Rojas que ha diseminado por todo el país su talento en taquiraris, huayños, cuecas, por ejemplo, con “Flor de Chuquisaca” que en Sucre es un segundo himno… ellos han absorbido toda la fuerza que tiene esta tierra y la han expresado a través del arte.” (Entrevista en Piedra, papel y tinta)
Las catedrales subterráneas, Poema 69: “Suprema dulzura/en el bosque de la vida, tu canto./Como una alucinación de mis oídos,/tu frase breve incesantemente repetida.
No lluvia torrencial que cayera/sacudiendo sensuales fragancias dormidas/ni cascada que en los hondos abismos/se despeña bravía.
Sólo y nada menos, tu canto breve/en el silencio desparramando/inenarrable melodía/dulzura suprema:/plumón de pájaro que se hincha suavemente/para emitir tal silbo/en el bosque/peligroso y obscuro de la Vida.
Es el amanecer. Tu canto me lo dice:/Es la luz que retorna, la novia prometida.”
Tanto te amé, musicalizado: “Tanto te amé, que ya mi canto se quiebra./Como un cristal, como agua que se despeña./Buscando el mar, buscando alivio a su pena./Tanto te amé, que ya mi canto se quiebra./
Tanto te amé, tanto soñé tu ternura,/y aquí me ves, sola con mi pena oscura./Buscándote, buscándote sin fortuna,/tanto te amé, tanto soñé tu ternura.
Amarte fue, adivinar una estrella,/en noche cruel, en la cerrada tiniebla./Amarte fue acariciar una espuma,/que jura ser eterna pero se esfuma.
Tanto te amé, que ya mis ojos se nublan,/que ya mi voz, se quiebra en vanas preguntas./Por que tu amor, por que mi vida en la tuya./Tanto te ame, que ya mis ojos se nublan./Tanto te ame, que con mis brazos abiertos,/errante voy, cruzando mundos desiertos./Soñandote vas a salirme al encuentro,/Errante voy, cruzando mundos desiertos.”
Poema “Tierra”, en la que siembra la sonrisa de la despedida…: “Soy un poco de tierra/que adquirió un don milagroso/de la voz y del canto./Si los creyerais dignos de alabanza,/ensalzad a la tierra bendecid a la tierra,/que ella es la dueña madre de todo/encantamiento,/la fuente origen de perpetuo milagro.
Cuando mis pies detenga,/cansada de su/continua ronda,/ella será mi almohada y mi reposo./Por ti la voz y el canto dominaron el aire/e hicieron lagrimear a las estrellas.”
Poema Mi corazón en la ciudad: “Como una boca de fuego, como un volcán encendido/van mis minutos volando al encuentro del destino/la ciudad con sus pezuñas de plata presan mis sueños/mis sueños descuartizados así las nubes queriendo/hay las nubes caprichosas que en las mejillas del cielo/forman figuras hermosas para deshacerlas luego.
Quemar canciones quemar sonrisas, lágrimas, besos/giran y giran las ruedas trituradoras del tiempo./Un torbellino de luces mi corazón repartido/desordena su compas, arrebata su latido/ay viajero donde vas, a donde vas peregrino/tras de una estrella fugaz voy a buscar mi destino.”
Y mientras Matilde agradece a Emma Junaro que grabó el disco “Mi corazón en la ciudad” exclusivamente con sus poemas musicalizados, nosotros reconocemos la digna campaña de recolección de firmas que lleva adelante Willy Claure para que se le otorgue el Cóndor de Bolivia. Sin embargo, mejor sería que el gobierno, como parte de un acto discrecional positivo, libere la alegría de procedimientos burocráticos que, en este caso y por el gigante corazón de Matilde, no son necesarios.