Lo más sencillo en estos momentos sería guardar silencio, pero no correspondería a la relación de admiración, respeto y afecto que ustedes construyeron y se ganaron. Es imposible desconocer que les correspondió formar generaciones en consciencia, siendo maestros consecuentes y comprometidos con la Palabra en la que creyeron.
Saben que la Compañía de Jesús, producto de acusaciones por conductas inadmisibles y repudiables, cometidas contra victimas indefensas por alguno de sus miembros, pasa por momentos de honda tribulación, contradictoria y asquerosa. Conociendo que militaban junto con una legión de otros curas igual que ustedes, en la Compañía que practica valores católicos universales, de Fe sólida y conducta irreprochable, es que me atrevo a pedir que, una vez que sean comprobadas las denuncias, se excluyan los responsables y la justicia humana caiga sobre quienes violaron derechos fundamentales y están mancillando el ejemplo que ustedes dejaron.
Pero no se trata sólo de eso. Los Jesuitas tienen sobre sus espaldas una historia ligada a la construcción simbólica y material de una de las obras más extraordinarias de la cultura mundial, las Misiones, y entre ellas las de Moxos y Chiquitos. Intentar arrasar todo eso y con quienes practican los valores de Fe, Esperanza y Caridad por la conducta de unos cuantos, sería cometer otro acto de injusticia y de irracionalidad.
Que se haga la Luz, triunfe el discernimiento justo, se castigue a quienes se lo merecen y retorne el equilibrio necesario.
Lo espero en nombre de Ustedes.