…hice lo que seguramente todos los que somos parte de la tribu de tus afectos, pasear por tu muro y recrear el registro fotográfico de tu historia reciente. Después de verlo y buscar una, me quedé con la foto que pusiste en tu Portada. Si vos la elegiste, ¿qué otra podía identificarte mejor?
Sin ningún esfuerzo, las vivencias volvieron a 1982, el tiempo de la recuperación de la democracia, del Movimiento Cultural Jenecherú y la Tapera… Tu nombre estaba al lado de Negro Herrera y Oscar Suarez como responsable de sostener esa extraordinaria aventura de vivir intensamente. Eras la persona firme y suave, sonriente y asertiva, soporte silencioso o turbión, cuando era necesario. Todos quienes te recuerdan, y en estos días apareciste por que sí, se refieren a la calidez que te envolvía y lograbas transmitir generosa.
Es posible que los recuerdos de entonces sean tan nítidos porque esa etapa nos marcó la vida y definió mucho de lo que hoy somos. Los años que vinieron después hasta tu despedida hace unos días, hicieron su parte en poner a prueba los afectos por la distancia, y habrá que decirlo, no pudo ganar el olvido. El diálogo se iniciaba donde había terminado. Conocí el dulce matriarcado de Elena y la manera cómo la familia respetaba cariñosa todos sus códigos y sus palabras acompañadas por la seriedad socarrona de una mirada picaresca. Siguió el afecto entre Sebastian, que declaró públicamente que Nahuel junto con Carolina Bessolo, eran la base humana de su niñez. ¡Qué hermoso!
Cuando abro el abanico de tu nombre a María Lourdes, Gloria y Mónica, me voy en tiempos y espacios a otros afectos de personas entrañables, Eduardo, Gustavo, Alberto, mezclados con diálogos, música y bohemia. Y Patricia Quintanilla, Cecilia Torrico, Pablito Muñoz…
La gran ventaja es que en la memoria, el tiempo vive como nosotros decidimos y en esa dimensión y a esta altura de la pandemia permanente en la que vive el mundo, sólo queremos tener espacio para lo grato.
Gracias por habernos permitido ser parte de tus circunstancias.