La pregunta planteada es pertinente, y necesita una respuesta cordial.
Hemos descubierto que la construcción de una Narrativa exige una data, una información sólida, consistente, verificable. Requiere un componente poético que haga sonar bonita la palabra al oído y agite el sentimiento. Y debe tener un componente de magia, que transforme lo cotidiano en energía disruptiva. Y nos avasalle con su ternura.
1. La iglesia se planteó como un homenaje de Beto y Virginio Lema Trigo a la memoria de su madre.
2. Después de un viaje por la Chiquitania dejándose deslumbrar, se abrieron a la aventura y encontraron a la Arq. Veronica Calderon Peñaloza que cumplió el pedido profesional y de compromiso con su tierra.
3. Empezaron el proceso de convertir el sueño en realidad y se dibujaron los planos, cavaron cimientos, pusieron ladrillos, tallaron horcones y cruzaron cumbreras para cubrirlas de tejas.
4. En el momento del éxtasis creativo, me correspondió aportar con una Historia que espiaba escondida en medio de la bruma. Resulta que donde se construía la iglesia, eran las tierras del Marquesado del Valle de Tojo, de Juan José Fernández Campero de Herrera… el había alentado con su peculio la construcción del Colegio de la Villa de Tarija y creía en la acción redentora de los misioneros jesuitas y para que hagan obra, dispuso ocho cosechas de vino de su hacienda la «Angostura», solar para edificar la iglesia, tierras de sembradío y otras muchas alhajas…
5. Sucedió entonces que desde ese punto, salió el P. José de Arce y fundó la primera misión en diciembre de 1691 con el nombre de San Francisco Xavier y otras cinco más, pidiendo la gracia que una de ellas llevara su nombre y así fue concedido con el Glorioso Patriarca San José, que ahora conocemos como de Chiquitos.
6. Por Tarija pasaban los padrecitos que viniendo de Asunción, Córdoba y Tucumán, iban hacia las tierras de los Indios Chiquitos; ahí aprendían la lengua franca del besiro y perfeccionaban el uso de la música con las partituras que estaban guardadas en el Museo Franciscano bajo el celo de quien fuera Lorenzo Calzavarini, ahora Manuel Gómez y la aprobación del Rector de la Universidad Católica, Enrique Farfán. Y que el P. Piotr Nawrot de APAC, catalogara, dando constancia de su relación e importancia.
7. Si todo eso era cierto (data demostrable) y sonaba bonito al sentimiento (poesía), ¿por qué no terminar la obra del Marquesado construyendo una iglesia como fueron las otras, esta vez en el mismo lugar de su nombre y de su tierra? (magia!)
8. Los talladores son chiquitanos, como los pintores bajo la guía de Griselda y la capacidad de Oscar Mendía que están terminando los detalles.
9. Hubo una minga para el pintado festivo, que está registrada en todos sus detalles, y pronto se concluirá con la colocación de Mica, y con el traslado de una camionada de tierra colorada para traer a los Duendes a cuidar la obra… como aprendieron de los padrecitos.
Este espacio ya es algo más que un acto de amor de unos hijos a la memoria de su madre. Es mucho más que el reconocimiento a la generosidad de un mecenas que apoyó la multiplicación de la fe y de la cultura. Es un reconocimiento a una gesta que abrió caminos en medio de la llanura, los montes y la selva, para que las tierras de Moxos y Chiquitos, desde Tarija, y hasta el Acre, sean incorporadas en 1825 como parte del Estatuto Territorial de la República del Libertador Bolívar.
Es un canto de hermandad de los tarijeños, que hace muchos años decidieron seguir siendo libremente parte de Bolivia consintiendo «antes desaparecer de la Tierra que dejar de ser boliviana; que su voluntad era pertenecer a Bolivia y sin Bolivia no querían existir ni en el mapa geográfico.» Esos mismos, hoy, van descubriendo que son parte integrantes de la construcción universal de Chiquitos.