«Como todo en el país, el censo también se vio afectado por la progresiva electoralización de todos los asuntos. Así, fue utilizado por el Gobierno con un espíritu confrontacional. Otro aspecto fallido fue la ausencia de preguntas sobre la religión y la elección sexual.
La electoralización de todas las actividades que se producen en el país se ha transformado en un dato de la realidad. Eso ya está empezando a perjudicar a todos. La realización del censo tendría que haber sido una fiesta. Así de simple. Además, el esfuerzo realizado (el país paralizado, ¿cuánto significa eso en dinero?) bien valdría haber permitido el inicio de los pactos que están siendo señalados como consecuencia nacional. Nuevos acuerdos territoriales, fiscales, sociales y políticos parecen ser el camino natural, como señala Iván Arias. El acompañamiento por parte de la sociedad civil y la comunidad universitaria, con eventos y debates altísimamente propositivos, ayudó a enmendar entuertos que aparecían manifiestos por la improvisación; ¿los más significativos?: la ausencia de empadronadores 15 días antes de realizarse el censo y la falta de información sobre el ajuste cartográfico.
Queda en evidencia, una vez más, este espíritu confrontacional que lleva adelante el Gobierno como estilo, que se nutre de los falsos debates y que cada vez está cansando más a la población. En lugar de entrar a la discusión y esclarecimiento de las consecuencias naturales del censo, y de la preparación mental y simbólica que arrastrarán los datos finales, discusiones relativas a la incorporación del acullico y el tema del mestizaje ocuparon el debate de la opinión ciudadana. La ausencia de preguntas sobre opción sexual y credo religioso regaló tinta al troche y moche, y entretuvo nuestro ímpetu discurseador. Pero ya tenemos censo, vamos ahora al fondo del asunto, sin orden de jerarquía.
Los departamentos potencialmente con menor población ya han cerrado filas para no perder representación parlamentaria. A dos años antes de las elecciones, está colocada la primera bandera de guerra, hasta las últimas consecuencias. Volveremos a la discusión de los departamentos grandes contra los chicos, el eje central contra la periferia, la pobreza ancestral de los que dieron sus riquezas para enriquecer imperios, oligarquías y gobiernos… y la consecuencia en la distribución de los recursos. La explicación pedagógica y educativa de nuestros gobernantes sería deseable en estos momentos para decidir lo que corresponda ahora, y no en el momento de la convocatoria a elecciones.
Lo que hay detrás de este debate es el modelo de desarrollo y la manera como resolverá el Estado su intríngulis territorial. Aunque no es menor el tema de los límites, no forma parte de las urgencias extremas y habrá que confiar que la racionalidad, como la demostrada antes del censo, permita el ajuste pacífico de delimitaciones y demarcaciones.
Éste es el momento que irrumpa lo que estábamos cultivando desde hace tanto tiempo de manera tan laboriosa, el país autonómico, el que necesita liberar sus fuerzas y permitir que la gente pueda darse sus respuestas y construir su futuro. Éste es el primer censo del Estado territorial, el de las autonomías, el de legislativos departamentales y gobernadores que se deben a su pueblo, y no al dedazo presidencial. El censo nos está regalando la oportunidad de ingresar a fondo, a la manera cómo queremos resolver definitivamente nuestras necesidades, aprobando políticas públicas y haciendo funcionar los parlamentos departamentales. Ya no habrá pretextos para ignorar la situación de vida de la población, competencias transferidas y decisiones que deben tomarse.
Éste es el momento de arrebatarle al Gobierno central de manera democrática las decisiones que adopta en nombre de todos cuando las responsabilidades y competencias ya están distribuidas. Y en esta lógica, aparecen dos tareas:
El sinceramiento de las finanzas públicas, los presupuestos y los recursos. Debe acabarse la dictadura de la chequera del Ministro de Hacienda, y las autoridades territoriales deben comprender que el sometimiento a la política del Órgano Ejecutivo, en materia de planificación e inversión, es un renunciamiento de las respuestas que la gente espera. El Gobierno central no se ha comportado como un buen padre de familia y está malgastando y dilapidando los recursos que hoy existen para garantizar el futuro. Esto se llama pacto fiscal y deberá acompañarse de presupuestos plurianuales que garanticen que por fin, entraremos a ejecución presupuestaria concertada.
La segunda tarea es el sinceramiento de la información. Queremos saber qué están haciendo con nuestra plata, dónde la están gastando, quién la está ejecutando; queremos que se acabe esta corrupción de nuevos ricos que están construyendo pirámides para gloria de su poder, olvidando que las pirámides son mausoleos… estamos en el momento de exigir que se cuelguen los presupuestos públicos, de todas las instancias políticas, en la web, a tiempo real…
Tenemos tareas, son conceptualmente muy simples y tendrán un impacto inimaginable en la conciencia ciudadana de nuestra gente. Para ser ciudadano responsable, necesito estar bien informado. Así de simple.
Y en esto de buscar las opciones de desarrollo en las que somos competitivos a nivel internacional, el censo tendría que ser el inicio consistente de la cohesión territorial y la cohesión social, utilizando el turismo como instrumento de articulación. La cadena de valor social, cultural, simbólico y económico que ofrece la actividad es extraordinaria. Nos ayuda a salir de debajo de la tutuma para aceptar que somos parte del mundo mundial, y que si invitamos a que nos visiten es porque queremos tratar bien al que lo hace.
La construcción de imaginarios, el creernos que es posible y el llevarlos adelante deben ser la consecuencia no prevista del censo, pero que hoy se nos ofrece para debatir, en serio, lo que necesitamos y queremos. El ¿cuántos somos? ha abierto la conciencia y nos permitirá superar esta modorra rentista que castra la iniciativa y la innovación. Es nuestro derecho, no lo desperdiciemos.»