(La Prensa) “No puede ser que el diseño de un modelo de gestión publica se sobreponga al interés colectivo, a la democracia, al voto ciudadano, que todo se supedite a un elemento subjetivo de denuncia, para dejar sin responsables a los municipios, y seguramente con imputaciones a gobernaciones. Ése es un modelo absolutamente perverso.
Un modelo así sólo puede debilitar la confianza ciudadana y de la eficacia de la gestión publica. Debemos reconocer que todo proceso de cambio administrativo, como el que vive Bolivia, tiene de por sí tres dificultades: la necesaria gobernabilidad, la dificultad en la aplicación de políticas públicas y el debilitamiento de la eficacia de la inversión publica; pero si además de esas dificultades naturales se incorpora una absolutamente subjetiva que hace al descabezamiento del órgano publico, de la institucionalidad, debemos tener presente que estamos introduciendo un elemento que va a dificultar la relación, la eficacia, el cumplimiento de los objetivos estatales. Esto no tiene absolutamente nada que ver con el castigo a los culpables, tiene que ver con la violación de un principio de libertad de que gozan los servidores públicos, que es la presunción de inocencia”.
Carlos Hugo Molina.