En octubre del 2016, acompañado de Rubén Ardaya estuve en el Convento de San Francisco de Tarija, centro de formación espiritual, histórica, cultural y de inteligencia humana desde el año de 1606. La suma de las voluntades en el tiempo, sumadas a la Orden de los Franciscanos y a la capacidad de Manuel Gómez, actual Director de Investigaciones del Centro de Documentación Lorenzo Calzavarini, me compartió sabiduría para que el espíritu trascienda en medio de infolios, libros, joyas, muebles, ornamentos, cuadros, piezas arqueológicas, mapas…
Entonces, confesé mi asombro. Fui a preguntar por las partituras jesuíticas que estaban en Tarija como centro formativo de fe y cultura, y que se tocaban en el País de los Indios Chiquitos y salí con el peso de una información que excedió mi curiosidad al encontrar la Historia de América, los archivos que relatan la construcción del territorio y sus valores humanos y espirituales de lo que hoy es Bolivia y sus alrededores… Aparecieron los nombres de Rubens Barbery Knaudt, Presidente del CEPAD; Oscar Farfán rector regional de la Universidad Católica de Bolivia, Piotr Nawrot, Rubén Darío Suarez Arana Mercado, Saira Duque, Luis Szaran y Germaín Caballero alcalde entonces de San José de Chiquitos, ayudándonos a desentrañar los caminos de la música. Carlos D. Mesa desde la investigación histórica, mezcla de utopía y de compromiso con el futuro de la gente. Y a la que se sumaron Luis Roberto Gneiting, Presidente del Consejo de Gobernadores del Paraguay, Olga Fischer y Bea Arévalo de la Ruta Jesuítica del Paraguay. Con la energía musical de violines de fondo…
A ese encuentro del 2016, se suman hoy otros nombres y otros aportes. Extensos diálogos con Miguel Molina Gareca, autor de la «Presencia de la Compañía de Jesús en Tarija», Verónica Calderón Peñaloza, arquitecta a cargo del proyecto y ejecución de la iglesia; Javier Campero Paz, con su obra «El vínculo de Tojo», que relata la vida de nuestro personaje augural; los responsables de este sueño, Beto y Virginio Lema, con quien estuvimos en la desconcertante y vasta biblioteca personal, que contiene documentos originales impresionantes. Y la presencia sonriente de mi hermano Rubén Ardaya como testigo.
Esto recién comienza, y va en serio.
Manuel Gómez Mendoza, dice:
Es una Gran obra misional que pervive en el tiempo. Como sabes Carlos Hugo, Tarija, «Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarixa», es la puerta de entrada a las misiones, pues cobijó al insigne colegio Jesuita, dependiente de la Provincia jesuita
del Paraguay, y al seráfico Colegio Franciscano de Propaganda Fide.
En 1690 los jesuitas, recién llegados a Tarija, celebraron la pascua con los pobladores, los indios músicos del Paraguay que acompañaban y los indios de la región a quienes convocaron, entonces los indios del Paraguay enaltecieron la liturgia con la música de las misiones; posteriormente el jesuita P. José de Arce SJ salió del Colegio Jesuita de Tarija, junto con los indios músicos, para ir a fundar la Misión de San Javier, inaugurado así el gran proyecto misionero en Chiquitos. Posteriormente, en 1755, los franciscanos erigieron el Colegio de Propaganda Fide de Tarija como su cuartel general y centro de intelectualidad para las misiones; de esta manera, iniciaron la obra misionera en la Cordillera Chiriguana, con 22 misiones que se extendían desde Cabezas hasta la Centa (hoy Argentina).
Estas obras misioneras tuvieron un importante patrocinio, por las limosnas y contribuciones, de varias generaciones de pobladores de la «Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarixa».
El contacto e intercambio entre Tarija y las misiones jesuitas y franciscanas formó un noble tejido de elementos religiosos, musicales, culturales, económicos, etc. que perviven en el tiempo.
Muchos saludos
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Lalo Chávez, Ruth Chavez y 237 personas más
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